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Introducción al análisis

I.2/ La prensa anarquista y el idioma

En un reciente estudio sobre el nacionalismo de Llunas, Enric Olivé asegura que «tothom està d’acord a afirmar que les classes populars catalanes participaven del sentiment nacional, si no n’eren les inspiradores. [48]» Si en el término «classes populars» se incluye también a los trabajadores debemos mostrar nuestro desacuerdo.

Más adelante precisa el autor que «també és clar que la classe obrera, o almenys la més conscienciosa i organitzada - dirigida pels antics aliancistes-bakuninistes - en restaba al marge. [49]»

Efectivamente la clase obrera no solo no secundó el incipiente movimiento nacionalista catalán que comenzó a dibujarse a principios de la década de los ochenta del siglo pasado, sino que se mostró contraria a él.

El naciente catalanismo cabalgó a lomos de reivindicaciones proteccionistas de los industriales que temían seriamente que se llevaran adelante los proyectos de tratados comerciales hispano-franceses.

Desde una firme posición de clase Revista social lanzó una campaña de denuncias contra el catalanismo o el proteccionismo y el librecambismo, en lo que consideraba «trama burguesa en que los peones son movidos por manos vendidas, y aunque enemigas de la revolución, prendidas y adornadas de oriflamas y gallardetes un tanto excitantes, para reclamo de incautos y embozo de traidores ambiciosos y políticos de oficio. [50]»

Frente al periódico madrileño, órgano «oficioso» de la FTRE, La Tramontana - y con él Josep Llunas - en Barcelona, como bien ha señalado Olivé, trató de encontrar una vía de acercamiento al catalanismo a través del anarquismo. «No es tractaba unicament de definir-se com a nacionalista, sinò fonamentalment de treure credibilitat al projecte dels sectors conservadors. [51]»

Pero, aunque la posición de Llunas fue siempre muy firme, sus ideas sobre el anarco-colectivismo evolucionaron de forma muy particular. Sus intentos de crear las bases de un catalanismo libertario fracasaron. «Tal vegada, el catalanisme llibertari de La Tramontana adquria un matis especial en mans de Llunas, en tant que aquest - cosa que sembla una constant en ell - intentava atreure’s la menestralia catalana, que suposem habitual lectora d’aquesta publicació. [52]»

Veinte años más tarde - en los albores de nuestro siglo - Salvador Canals, analizando el catalanismo observaba que los obreros industriales de Cataluña iban desertando de sus banderas para hacerse socialistas o libertarios y repetía lo que ya había dicho otras veces: «o el regionalismo o la anarquía» [53]. Constataba además que con la pérdida de los mercados coloniales, industriales y fabricantes habían derivado hacia el catalanismo, aunque situándose en el ala derecha triunfadora en las elecciones. Terminaba afirmando que esto tenía que ser forzosamente otra causa de alejamiento para las masas obreras enconadas por la propaganda libertaria [54].

Folch y Capdevila confirmaba los anteriores análisis y añadía que los obreros que tenían cabida en el catalanismo oficial eran los conformistas los que en cuestión de mejoras no son demasiado exigentes [55].

La lengua se identificó con el movimiento catalanista conservador de la «Lliga Regionalista» y el idioma castellano prevaleció en las publicaciones anarquistas. Durante el siglo XIX, salvo el caso excepcional de La Tramontana o El Chornaler, el movimiento anarquista no tomó partido por la lengua catalana. Sin embargo - en líneas generales - tampoco se mostró adverso a ella [56].

Como señala Termes [57], «es evidente que en la propaganda oral, en el mitin, se utilizó exclusivamente el catalán.»

Esta actitud se transformaría de manera radical con el auge del catalanismo. Avenir y Progrés son dos revistas en catalán que aparecen en 1905, casi al mismo tiempo. Sus posiciones anarco-catalanistas serán, sin embargo, muy diferentes. En la primera Jaume Bausà en un extenso artículo trataba de analizar la importancia del lenguaje en la vehiculización de las ideas, poniendo el acento en que éstas solo pueden ser asimiladas si están acordes con sus propias experiencias como pueblo. Y para ello era absolutamente necesario que se transmitieran en la propia lengua.

«Es possible que una idea germinada en cervells d’una altra raça produeixi’l desvetllament d’algunes inteligencies d’una raça diferenta, és dir, pot ser el punt de partida de generoses aspiracions de millorament social; peró pera que’s transformi en ideal viscut, en creencia ardenta de la que se’n desitja la realisació, és precis que s’encarni am les seves propies sensacions, les mateixes del poble que le haurà donat la seva personalitat; i un cop aquella primitiva idea hagi passat a les venes de la nova raça, parleu al poble, aleshores, am les mateixes paraules que ell usa pera expressar-ne les seves aspiracions… [58]»

Consideraba que la monopolización de la idea de libertad por parte de la lengua castellana era un fuerte obstáculo para que aquella calase profundamente en el pueblo catalán y rebatía con argumentos sólidos la objeción apoyada en el sector social inmigrante de habla no catalana. Terminaba defendiendo la liberación de los pueblos por si mismos, con su propia lengua [59].

Progrés ponía el acento en la idea de Patria, «terrer ocupat per un nucle de pobles que ab escasa diferencia senten, obran y parlan de la mateixa manera (…) per lo que com catalans trevallem per la llivertat de la rassa catalana, sense que ens sentim privats de cooperar á l’acció que altras realisin pera llur lliberació. [60]»

A los ataques que se le dirigieron desde Avenir y El Productor [61], contestaron que «per aixó com a llibertaris som atacats pels que confonen o barregen l’ideal anarquich ab las lluitas del capital y el treball; com també com a Catalanistas serém atacats pels que confonen o barregen l’ideal Nacionalista ab los motllos fets d’ideas o de formas de gobern. [62]»

Era difícil que la polémica encontrase un punto de entendimiento. Las críticas a los anarquistas se centraron en el uso del castellano en detrimento de la lengua catalana. El semanario catalanista Llavor al dar cuenta de la aparición de El Proletario de San Feliú de Guixols se extrañaba de este hecho, dado que como catalanes que creen en la libertad absoluta resultaba contradictorio que apoyasen un instrumento de dominación como el castellano [63].

La posición de los anarquistas fue casi siempre la misma frente al hecho nacionalista. Desde una perspectiva de clase rechazaron todas aquellas luchas que tendieran a mistificar la verdadera lucha entre el capital y el trabajo. Para ellos la emancipación del proletariado era un hecho universal, ajenos a localismos del tipo que fuera [64]. Los nacionalismos dividían a los trabajadores artificialmente apartándolos de sus verdaderos objetivos. Así pensaban los cenetistas vascos:

«Para defender el patriotismo; que es la forma “práctica” del nacionalismo, no hay ni una razón siquiera, no hay más que intereses; la “razón” de los intereses de una clase social: la burguesía. [65]»

En Cataluña - sobre todo en Barcelona - se argumentaba que había una población importante de habla no catalana que quedaría al margen de la propaganda, mientras que los catalanes, aunque no llegaran al fondo de las cosas, por lo menos las comprenderían. Esto - según Bausà [66] - se apoyaba sobre una base insana: la de que los catalanes han aprendido esta forma de hablar diferente de la propia por imposición, es decir, contra su voluntad.

Clara E. Lida al percatarse de la diferencia habida entre una relativamente abundante producción en catalán y valenciano en el siglo XIX frente al XX en que hay un retroceso de estas lenguas, declaraba que «sería interesante saber si el cambio se debe a una creciente inmigración a Cataluña de obreros castellanos y andaluces o a un rechazo del catalanismo reaccionario de Cambó y la Lliga. [67]»

El fenómeno migratorio en España se intensificó con el establecimiento de núcleos industriales (Cataluña). Con la expansión de los ferrocarriles se facilitó esta corriente. Consecuentemente a partir de 1890 «las migraciones internas son cada vez más intensas. Esta vez se orientan, en general, desde el sur y centro del país hacia el norte, cambiando el signo que prevalecía durante la centuria anterior. [68]»

Según los datos que poseemos de emigración interna hacia Barcelona, el aumento en esta de no catalanes - en términos absolutos - entre 1877 y 1900 es bastante elevado. De 87 976 pasa a 153 782. Pero en términos relativos el aumento con respecto a la población catalana es muy bajo; apenas un 3,5%. La población no catalana en Barcelona era en 1877 aproximadamente la cuarta parte del total.

Entre 1900 y 1930 se produjo un aumento en términos absolutos bastante considerable. De los 15 3782 pasó a 344 581, siendo el aumento relativo del 6% (del 28,4 paso al 34,3% del total de la población catalana).

Hay que señalar que entre 1900 y 1910 la población no catalana aumentó poco en términos absolutos. De 153 782 pasó a 184 688, pero en términos relativos aumentó más del 2,5%.

La población total de Barcelona osciló entre estas fechas desde 345 794 habitantes en 1877 a 1 005 565 en 1930, con 533 000 en 1900, 587 411 en 1910 y 710 335 en 1920 [69].

Estos datos nos permiten aventurar que el aumento de emigrantes de habla no catalana fue importante a partir de principios de siglo, pero no lo suficiente como para justificar por si solo un cambio tan radical contra la lengua catalana. En principio se podría formular la hipótesis de que una identificación de la lengua con la burguesía sería el factor desencadenante de un proceso en el cual los emigrados no catalanes, enemigos de clase de la misma, suministrarían las razones en que apoyar su rechazo al idioma catalán.

Habría todavía algunos intentos de prensa anarquista en catalán: En Titella en 1913 o Terra Lliure en 1935 y todavía Catalunya, ya en plena guerra civil. En 1932 se intento convertir a El Sembrador de Igualada en un periódico redactado en catalán. Serra Demestres [70] apoyó entusiásticamente la idea basándose en el hecho de que había habido un aumento considerable en la publicación de libros, folletos y periódicos escritos en esa lengua. Pero salvo algunas novelas o algún fascículo comunista, toda esa abundante proliferación propagandística era de signo reaccionario. Y los anarquistas, paradójicamente, estando a la vanguardia de las ideas, se encontraban desplazados en este aspecto de la propaganda.

La propuesta no prosperó [71]. El Sembrador continuó siendo un periódico bilingüe. Esta fue la modalidad que más se extendió bajo la II República. Casi todos los periódicos anarquistas de comarcas y alguno de Barcelona combinaron el castellano y el catalán en sus páginas (aunque casi siempre con predominio del primero). Esta actitud que pretendía ser una especie de síntesis entre ambas posturas antagónicas, había sido ya expresada de manera sencilla y clara doce años antes por Acción Social Obrera:

«Si se nos manda algo escrito en catalán y lo consideramos útil para la propaganda, lo publicaremos (…) preferimos un buen artículo revolucionario en catalán a otro que verse sobre si debe o no emplear dicho idioma. [72]»

Lo cual parece confirmar las impresiones de Álvarez Junco cuando señala: «Leur relations (entre anarquismo y catalanismo) (…) furent (…) complexes: Ouvertement conflictuelles dans un premier temps, elles n’empêchent pas l’émergence de tentatives de raprochement qui naissent à la fin de la période ici examinée et, semble-t-il, s’affirment par la suite, sans jamais parvenir à surmonter totalement le climat initial de mutuelle exclusion. [73]»


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[48«El nacionalisme de Josep Llunas i La Tramontana periòdic vermell», L’Avenç (Barcelona), n.94 (jun. 1986), 16-19

[49Ibid., pag. 18

[50«Lo de Barcelona», Revista Social (Madrid), n.44 (6 abr. 1882), 1, cit. por Alvarez Junco, «Les anarchistes face au nationalisme catalan (1868-1910)», Mouvement Social (París), n.128 (jul./sep. 1984), pag. 47

[51Olivé Sarret, «El nacionalisme…», art. cit., pag. 19

[52Ibid.

[53Cit. por R. Folch y Capdevila, «Cap al anarquisme», La Devantera (Barcelona), n.38 (31 ago. 1904), 2

[54Ibid.

[55Id., pag. 3

[56Ni tampoco a otras como el vasco. «Los internacionalistas de S. Sebastián trataron “de ponerse de acuerdo con todos los vascongados y navarros para publicar un periódico de propaganda y que dedicase una sección para el idioma vascuence…”», (Actas, 22 oct. 1872), cit., por Termes, Anarquismo y sindicalismo, op. cit., pag. 125

[57Op. cit., pag. 24

[58«Importancia del llenguatge para l’assimilació d’idees», n.1 (4 mar. 1905), 2

[59Ibid.

[60«Patria», n.5 (25 mayo 1905), 3

[61«La pezuña del Progrés», El Productor (Barcelona), n.1 (15 abr. 1905). No conocemos el artículo que les dedicó Avenir, pero al parecer su crítica se centró en las ideas nacionalistas de sus redactores.

[62«Dugas paraulas», Progrés. n.4 (5 mayo 1905), 1

[63Cit., por Esteva i Cruañas, Lluis y Elena, «Inventari de la prensa guixolenca (1878-1979)», Estudis sobre temas guixolencs, San Feliu de Guixols, 1980, pag. 79

[64A. Lorenzo, «Ni catalanistas ni bizcaitarras», La Protesta (Valladolid), n.9 (29 sep. 1899), cit., por Alvaez Junco, «Les anarchistes face au nationalisme…» art. cit., pag. 54

[65«La acción sindicalista y el nacionalismo», Solidaridad obrera (Bilbao), n.68 (5 nov. 1920), 1

[66«Importancia del llenguatge…», art. cit.

[67«Literatura anarquista y anarquismo literario», Nueva Revista de Filología Hispánica (México), XIX, 2 (1970), pag. 366, nota 20

[68Jaime Vicens Vives, Historia económica…, op. cit., pag. 564

[69Romero Maura, Joaquín, La Rosa de Fuego, Barcelona, 1975, pag. 554, apéndice 1º al capítulo 1º. Para una mayor información consultese el cuadro que el autor elabora para los años de 1877 a 1950

[70«La propaganda i l’idioma», El Sembrador (Igualada), III, 74 (30 jul. 1932), 1

[71Ignoramos las causas, pero el encono contra el catalán debía ser todavía muy grande

[72n.50 (29 mar. 1919), cit. por Esteva i Cruañas, art. cit., pag. 35

[73Alvarez Junco, «Les anarchistes face au nationalisme…» art. cit., pag. 58