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Capítulo 3º

3.2/ El anarco-colectivismo y sus órganos en la prensa

Junto a La Tramontana no tardó en aparecer otro periódico, esta vez en Madrid, Revista Social, dirigido por Juan Serrano Oteiza, cuyo programa era mucho más claro y contundente:
«Venimos a propagar las ideas revolucionarias, dando especial predilección a las económicas, sin cuya solución nada hay estable ni posible; debiendo hacer constar que en ciencia sociológica profesamos las ideas más opuestas al comunismo, fourierismo y cooperativismo (permítasenos la palabra), somos, pues, colectivistas [426]

Insistiendo en sus propósitos decía en otro lugar:
«Somos soldados de una idea; venimos a propagarla y a defenderla en la medida de nuestra inteligencia y de nuestros medios materiales y legales [427]

Mantuvo firme su ideario en sus cuatro años de existencia e igualmente en su 2ª época - editado esta vez en Sans - y ejerció una saludable influencia sobre La Propaganda de Vigo, el cual evolucionó desde posiciones republicano federales hasta situarse muy próximo al colectivismo anarquista. Con él evolucionó en la misma dirección Ricardo Mella, uno de sus redactores.

Revista Social ejerció en la práctica el monopolio de la información anarco-colectivista, siendo en todo momento el fiel reflejo de la doctrina «oficial» que emanaba de los congresos y de la C.F. En su tercer mes de vida afirmaba que los trabajadores le prestaban decidido apoyo «mirándola, y con razón, como al fiel eco de sus aspiraciones y de sus necesidades. Nuestra campaña va respondiendo a los propósitos que dado el momento histórico nos propusimos [428]

La Propaganda apareció en Vigo en julio de 1881 con un programa apocalíptico:
«Llegamos al estadio de la prensa en momentos críticos para la libertad de los pueblos. Los déspotas se derrumban con estrépito horrible arrollados por la tempestad, torrentes de sangre tiñen la tierra del Hombre; las víctimas del implacable tirano gimen en la agonía y el clamoreo de los pueblos que demandan justicia y ansían libertad hace estremecer por su base todo el edificio social; es que ha llegado el momento supremo, decisivo; tenemos un volcán a nuestra vista; pronto la abrasadora lava lo inundará todo, estendiéndo por los ámbitos del mundo el terror y la desolación. Tiempo es ya de que los pueblos sean verdaderamente libres, y sin embargo, poderosa valla se opone a su completa emancipación [429]

Formaba parte de su redacción, Ricardo Mella, republicano federal [430] quien escribió un interesante artículo titulado: «¿Debe o no ser político el obrero? [431]», donde defendía «la política digna y honrada» y más adelante añadía: «Queremos que el obrero sea político, llevando en lo más sagrado de su conciencia estas palabras que, no por desconocer el nombre de su autor, dejan de ser una profunda verdad: La política es la ciencia de hacer felices a los pueblos.»

A partir de la polémica que sostuvo con Revista Social, en diciembre de 1881, sus posiciones se fueron decantando imperceptiblemente hacia el anarco-colectivismo [432]. Pero todavía publicó un largo trabajo «A un obrero socialista revolucionario [433]»firmado por R(icardo) Mella, en el cual afirmaba:
«Pues bien seamos claros y dejémonos de rodeos; no encubramos nuestra ideas con frases más o menos hábiles. Declaremos terminantemente que el obrero debe tomar parte en la política, que el obrero debe auxiliar al partido Republicano Federal que es el que lleva enhiesta la bandera del progreso y de la libertad.»

Entre el n.22 - 1 ene. 1882 - y el n.29 - 16 abr. - se produjo un cambio radical. La publicación debió suspender por algunas semanas, aunque ignoramos los motivos [434]. Al reaparecer, lo hizo como 2ª época, con el subtítulo cambiado y defendiendo de forma decidida tanto el colectivismo anarquista como el apoliticismo. Lamentablemente no poseemos los números intermedios y es difícil conjeturar como se llevó a cabo el cambio de tendencia del propio periódico y de Ricardo Mella. ¿Influencia directa de Juan Serrano Oteiza? ¿Radicalización de las posiciones por causa de la represión gubernativa? De momento dejemos abierto el interrogante.

El Hijo del Trabajo apareció en Pontevedra aproximadamente un año después que La Propaganda, cuando éste ya había adoptado tendencias claramente anarco-colectivistas. Probablemente surgió auspiciado tanto por este periódico como por Revista Social y desde sus inicios defendió los mismos principios:
«Venimos sosteniendo en estas columnas la unión de la clase obrera con el fin de aislarnos de ciertos elementos que nos explotan; venimos apoyando el colectivismo para conseguir una autonomía regeneradora… [435]»

Estos tres periódicos, junto a El Trabajo de Málaga [436], formaron una piña que defendió en bloque los principios anarco-colectivistas y la trayectoria pública y legal de la FTRE, definida a través de sus congresos.

Sus planteamientos eran tan semejantes que parecían estar conectados estrechamente. Cuando Revista Social lanzó el grito de alarma por la identificación que la burguesía establecía entre «La Mano Negra» y la Federación de Trabajadores, La Propaganda hizo lo propio, denunciando las arbitrariedades que por este motivo se cometieron. Esto le valió la denuncia y el secuestro del número 75 y multa de 30 duros [437]. Este nuevo percance significó su desaparición definitiva.

El Trabajo de Málaga vino seguramente a la palestra para contribuir a la campaña de propaganda por las comarcas del Sur.

En el único número conservado hay un interesante artículo: «A los trabajadores del Campo [438]» en el que se exponían las tesis del colectivismo anarquista recientemente aprobadas en el congreso de Sevilla y se trazaba un esquema organizativo de la Federación Regional Española y también de lo que ellos denominaban «Federación Agrícola Industrial» constituida por un «vasto sistema de crédito mutuo y gratuito» [439].

Otros órganos locales surgieron a lo largo y ancho de la geografía española propagando estas ideas [440]. Revista Social fue, con gran diferencia, el periódico que más difusión alcanzó y el de más larga tirada. Habría que llevar a cabo una investigación minuciosa para averiguar en detalle su distribución fuera de Madrid. No obstante podemos afirmar sin temor a equivocarnos que el mayor número de lectores se encontraba en Cataluña [441], seguida, con toda probabilidad, de Andalucía [442].

Su presupuesto de gastos, excluida la redacción, que nada costaba, exigía la colocación de 4000 ejemplares puntualmente pagados. Según el administrador, del primer número tenían colocados 2700 ejemplares [443].

Pero el éxito superó las previsiones más optimistas y en algunos números se llegó a alcanzar la tirada de 18000 ejemplares:
«Después de la pérdida de las 18000 revistas del número 64, se nos ha venido encima el secuestro y denuncia del número 68, en su consecuencia estamos por segunda vez procesados… [444]»

El periódico desapareció por disensiones internas [445], unidas a acusaciones de malversación de fondos por parte de Vicente Daza y Pedrote [446], los cuales, según propias declaraciones, fueron expulsados de la Federación por este motivo [447].

La desaparición de Revista Social nos da una idea aproximada de la crisis interna de la FTRE [448]. Las acusaciones de Daza y Pedrote [449] se dirigían al autoritarismo de algunos que habiéndose apoderado de la Federación Regional la manejaban a su antojo [450].

En toda su trayectoria, Revista Social defendió enérgicamente su ideario. En «Nuestra actitud» [451] arremete contra el resto de la prensa que entre otras cosas le acusaba de ser el único que defendía ideas antipolíticos. Después de una sucinta explicación de sus ideas, concluye:
«Queremos y propagamos todo lo expuesto, porque somos colectivistas, una vez que colectivismo es: El conjunto de todo lo cierto y práctico de las escuelas individualistas y comunista, resumen acabado de cuantos programas ha realizado la ciencia sociológica.»

En «Nuestra política [452]» definían los objetivos y los medios. El primero armonía universal, deslindándose del Paraíso terrenal de la Iglesia u otras religiones, basada en la justicia sin clases ni diferencias económicas, estableciendo una esencial diferencia entre la propiedad colectiva de los medios de producción y la posesión individual de los frutos del trabajo.

Los medios, la Autonomía, el Pacto y la Federación, asentados en la Propiedad Colectiva que es el principio justo de la Propiedad.

«La Política demoledora» [453] - una especie de variante de lo que posteriormente se denominaría Acción Directa - era definida como «aquella cuyos resultados son útiles y beneficiosos a la clase trabajadora», estando basada en el principio fundamental del Progreso y «que no es en definitiva sino una línea de conducta tan variable como lo permitan las circunstancias y las necesidades lo exijan, y modificable a cada instante, en la forma, según que el período que se atraviese sea normal o anormal.»

Siguiendo su línea de pensamiento, explican por último «Sus consecuencias - La Revolución [454]», en el que tras hacer balance de la propaganda, que resulta positivo por la rapidez con que las ideas han prendido en toda la geografía española, aumentando la conciencia del trabajador, argüía que la consecuencia de todo ello sería la Revolución. Sin embargo, matizaba su concepción de la misma para evitar malos entendidos:
«Revolución no es motín, no es pronunciamiento; no es una asonada… Revolución es educar al ignorante (…) dar conciencia al oprimido, inteligencia y vigor al explotado, inculcándole la idea de que ni hay Providencia divina que le redima ni Estado que le salve, ni Redentor que desinteresadamente trabaje por su emancipación y que ésta no llegará jamás si él no procura alcanzarla por si mismo… [455]»

Seguía dando detalles de lo que entendía por Revolución, pero lo importante estaba dicho.

Como órgano «oficioso» de la FTRE, adoptó frente a los sucesos de «La Mano Negra [456]» la posición oficial, manifestada con rotundidad en el congreso de Valencia. Allí se desautorizó a aquella y a todos los que estuvieran a favor de sus métodos.

Una de las más graves acusaciones que se le dirigieron a la C.F. fue la de haber identificado estúpidamente a los trabajadores que no estaban de acuerdo con ellos, con actos individuales determinados, que tuvieron lugar entre trabajadores organizados y pertenecientes a la Federación Regional Española, dando lugar a que las cárceles se llenaran de inocentes, torturados para que declararan lo que no podían saber [457].

Los sucesos de «La Mano Negra» pusieron a la FTRE ante el dilema de hacer un viraje radical de tendencia, con el consiguiente peligro de escisiones y desmembramiento que hubieran significado su fin o mantenerse firmes en sus posiciones legalistas que, si bien fueron aceptadas por la mayoría, introdujeron el germen de una crisis latente que acabaría por llevar a la Federación al mismo fin que se había intentado evitar.

No conocemos en detalle las causas de la desaparición de Revista Social [458], pero probablemente fue consecuencia de la crisis abierta en el seno de la redacción.

La comisión federal y los colaboradores de Juan Serrano Oteiza - los mismos que publicarían meses después Bandera Social - intentaron desplazar a aquel de la dirección del periódico. Pero al no conseguir sus propósitos hicieron todo lo posible por hacerlo desaparecer [459].


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[426«Nuestro programa», n.1 (11 jun. 1881), 1

[427«A la prensa», Id.

[428«Los frutos de nuestra propaganda», n.9 (4 ago. 1881), 1. En la asamblea pública de los trabajadores de diferentes oficios que tuvo lugar en Barcelona - en el teatro Odeón el 20 de marzo de 1881 - dando inicio de esta forma a los trabajos de reconstrucción de la organización obrera, que desembocaron en la celebración del I Congreso varios meses después, se tomó, entre otros, el siguiente acuerdo: «Considerando que los obreros colectivistas españoles no tenemos ningún periódico que defienda nuestros principios: La asamblea declara que prestará decidido apoyo al que proximamente saldrá a luz». El resultado fue Revista Social, vid., n.1 (11 jun. 1891), 2, cit., por Nettlau, La Première…, pag. 348

[429«Nuestro programa», n.1 (13 jul. 1881), 1

[430«Era federal a los 21 años. La Revista Social me decidió por el anarquismo y el 82 fuí a Sevilla al congreso de la FRE como tal…», vid., La Revista Blanca (Madrid), 102 (15 sep. 1902), cit., por Buenacasa, El movimiento obrero, op. cit., pag. 152

[431n.4 (25 ago. 1881), 3-4

[432En el n.19 (4 dic. 1881), 2-3, publicó el artículo «El Socialismo» en el cual polemizaba con El Porvenir de Albacete diciendo que confundía éste las diversas escuelas socialistas que luchaban por su hegemonía, pasando a defender los principios colectivistas. En el n.20 (11 dic. 1881), 1-2, se insertaba con el título «A la Propaganda de Vigo» un escrito de un compañero de Madrid (con toda probabilidad Serrano Oteiza) en el cual se criticaban sus posiciones políticas

[433n.21 (18 dic. 1881), 1-3

[434Es muy probable que la causa fuera una querella del Sr. Elduayen, cacique del lugar (vid., La Revista social (Madrid), 51 [25 mayo 1882], 1). Pedro Sierra comenta en Buenacasa, op. cit., pag. 152, que Ricardo Mella dirigió también La Verdad y que por una noticia publicada en este periódico en la que se aludía a Elduayen se promovió una querella que terminó en destierro. Seguramente La Verdad no existió nunca - al menos nosotros no tenemos noticias - ya que como hemos visto la querella se promovió contra La Propaganda y quizá La Verdad fuera el artículo que la provocó

[435«Aclaraciones», n.5 (13 sep. 1882), 1

[436Debió salir por las mismas fechas que El Hijo del Trabajo. Solo conocemos el n.17 del 17 noviembre 1882

[437Revista Social (Madrid), 94 (22 mar. 1883), 2

[438n.17 (17 nov. 1882), 1-2

[439Ibid.

[440Unos son descritos en otros apartados y otros - como La Lucha Obrera de La Coruña - solo nos son conocidos por referencias indirectas

[441Según las notas inéditas de Canibell, cit. por Nettlau, La Première…, op. cit., 461

[442Diaz del Moral, op cit., pag. 131, habla de la tirada de 20000 ejemplares de esta revista y en pag. 138 comenta que Cabra y Palma del Rio gustaban con preferencia de la Revista Social de Sans y de la Bandera Social de Madrid. Es de suponer que también Revista Social de Madrid fuera muy apreciada por los andaluces

[443n.1 (11 jun. 1881)

[444«De mal en peor», n.69 (28 sep. 1882), 1, parece ser que esto fue motivado por la reseña «El congreso de Sevilla». Para más detalles, vid. Nettlau, La Première…, op. cit., 427

[445Revista Social (Sans) (30 jul. 1885), habla de una guerra de caínes contra ella, cit., por Nettlau, op. cit., 461

[446Vid., «Armonías anárquicas», El Obrero (Barcelona), (8 feb. 1884) y sgs., comentado acremente por Nettlau, op. cit., 459

[447Ibid.

[448Véase el apartado "Las crisis del anarco-colectivismo" donde se analiza la separación de una parte de la redacción de Revista Social, para fundar más tarde Bandera Social

[449Pedrote dió el nombre genérico a los llamados «perturbadores» que eran calificados también de «pedrotistas», vid., Nettlau, La Première…, pag. 457. Ambos habían formado parte de la redacción de Revista Social, pero se convirtieron en encarnizados enemigos de Juan Serrano Oteiza (ibid.)

[450Nettlau, op. cit., 460. Aunque no dejan de ser enfrentamientos personales, marcan de forma clara el cambio de tendencia que se produjo a raíz del congreso de Valencia de 1883 y el cambio de la C.F. en el seno del anarco-colectivismo

[45130 (29 dic. 1881), 1

[45233 (19 ene. 1882), 1

[45335 (2 feb. 1882), 1

[45438 (23 feb. 1882), 1

[455Ibid.

[456En el proceso de inestabilidad social en Andalucía provocada por años sucesivos de malas cosechas con el consiguiente corolario de hambres y miseria, las tensiones se agudizaron a finales de 1882. Temiendo los propietarios agresiones alertaron a las autoridades y se extremaron las precauciones. Aprovechando varios sucesos luctuosos ocurridos por aquellas fechas, se descubrió providencialmente, la existencia de una sociedad secreta conocida como «La Mano Negra», la cual tendría como objetivo sembrar el terror, la destrucción y la muerte. La supuesta existencia de la citada sociedad sirvió de pretexto al gobierno para desencadenar una ola de represión sin precedentes que llenó las cárceles de campesinos afiliados a la FTRE y llevó al patíbulo a numerosos inocentes.
Mucha tinta se ha vertido en torno a su existencia, en extremo dudosa, concluyendo que todo había sido una superchería fabricada por el gobierno para justificar la represión. Hace años, Clara E. Lida, «Agrarian anarchism in Andalucia», International Review of Social History, XIV, 1969, pags. 315-352, reproducido en ZYX, 1972 y en Antecedentes, op. cit., pags. 425-456, transcribió los estatutos de la tal sociedad, encontrados por ella en la Secretaría de su Majestad, legajo 10077 (AGP); sin embargo para Tuñón de Lara, El movimiento obrero, op. cit., 279, tiene el tufo de documento prefabricado. Alvarez Junco, terció agudamente: "Lo esencial historicamente es que se utilizó la violencia verbal de uno de estos pequeños grupos - que existieron, no era necesario inventarlos - y un par de crímenes - que podían o no estar relacionados con el grupo - para erigir una vez más el fantasma rojo y justificar la represión contra la poderosa y legalista FTRE." (cfr. Lorenzo, op. cit., pag. 465, nota 80)
Véase además para detalles concretos de los sucesos, Diaz del Moral, op. cit., 130, nota 16 y Max Nettlau, La Première…, op. cit., pags. 407 y sgs.

[457La Revolución Social, n.5 (abr. 1885), cit. por Nettlau, op. cit., pag. 417. Un buen indicativo del ambiente ético de la organización en aquellos años nos lo suministra la decisión de expulsar a Tomás González Morago - uno de los fundadores de la Internacional española - de la FTRE. El 30 de septiembre de 1883 fue expulsado de la sección de oficios varios de la federación madrileña por su conducta inmoral (sesión de la C.F. del 3 octubre 1883, cfr. Crónica de los Trabajadores de la Región Española, I, 198, cit., por Nettlau, op. cit., 437)

[458Nettlau, op. cit., 461 dice que: «Malgré le récit de Canibell, je n’ai pu déméler les détails de la disparition de la Revista Social»

[459Revista Social (Sans), (23 abr. 1885)