Si en la prensa internacionalista la proclamación de la república no despertó ecos entusiasmados, ni ataques desaforados y fue más bien recibido con cautos comentarios [319], no ocurrió lo mismo en otro sector de la prensa de cariz republicano federal intransigente, cuyo precedente más inmediato sería la época inicial de El Combate de Paul y Angulo [320]
Este tipo de prensa [321] se caracterizó por ser de corta duración, emplear un lenguaje ambiguo, generalmente exaltado y basarse en el recurso a la sátira y la burla fácil. Averiguar su procedencia es cosa harto difícil, pero definir sus objetivos nos parece empresa poco menos que imposible.
Resulta muy fácil - dado el lenguaje que utilizaban - clasificarlos de periódicos provocadores, tal como hizo El Condenado [322] (105), quien denunció al primero que apareció - Los Descamisados - afirmando que era obra de la burguesía conservadora que de esta forma intentaba desprestigiar a la Internacional [323].
La Federación [324] siguió sus mismos pasos insertando una carta de un grupo malagueño en la que criticaban acerbamente el contenido del periódico. Ponían de relieve que hombres que seguramente conocían la Idea Socialista en vez de defenderla se escondían tras un papel y aparentando defender el socialismo emitían ideas y excitaban a actos que nada tenían que ver con el mismo. Firmaban la carta entre otros, G.G. Viñas, M. García y A. Palomo. La Federación se mostró en todo de acuerdo con los juicios emitidos por el grupo de Málaga.
Díaz del Moral recoge de nuevo estas tesis y después de hablar de La Defensa de la Sociedad fundada en 1872 expresamente para combatir a la Internacional, añade:
«Cuando en 1873 se proclamó la República el sobresalto de las clases acomodadas fue enorme. Elementos de la extrema derecha, interesados en desacreditar aquel régimen, procuraron acrecentar el miedo para acelerar la reacción publicando periódicos como El Petróleo y Los Descamisados disfrazados de internacionalistas, en los que se extremaba la doctrina obrera hasta la caricatura. [325]»
En nota a pie de página rechaza la denominación de internacionalistas que aparece en libros extranjeros y acude a una detallada lectura de dichos periódicos para apoyar sus tesis.
Casi todos los historiadores posteriores han redundado en las mismas afirmaciones, pero Lily Litvak va más lejos todavía al asegurar que «el entusiasmo libertario por los periódicos también fue utilizado por los enemigos de los anarquistas. Los carlistas publicaron dos periódicos pseudo anarquistas: El Petroleo y Los Descamisados que llenaban sus columnas con crudas invocaciones para que la gente se rebele, asesine a los burgueses y queme sus propiedades. [326]» Seguramente esta profesora identifica «la extrema derecha» de Díaz del Moral con los carlistas, ya que no hemos encontrado ninguna otra referencia a este detalle.
Más en la línea correcta - según nuestra opinión - se sitúa Mari Cruz Seoanes [327], quien analiza a Los Descamisados desde el punto de vista de la opinión de El Imparcial [328], el cual lo juzgaba «una sátira contra las doctrinas internacionalistas [329],» juicio que para Los Descamisados era «el menos tuerto en esta tierra de ciegos.» Concluye la autora diciendo: «me parece evidente que no pretendían hacerse pasar por internacionalistas, sino burlarse de ese movimiento, haciendo una deformación grotesca de él. [330]»
Pero no todos los historiadores pensaban lo mismo. Comin Colomer [331] dio por sentado que eran anarquistas, tanto Los Descamisados como El Petróleo y la desautorización de La Federación la juzga de «paladina». Para este historiador no había diferencia entre Los Descamisados y los que tantos y tantos atropellos cometieron durante la sublevación republicana de 1873.
Gómez Aparicio [332] siguiendo en la misma línea, va incluso más lejos que éste y bajo el epígrafe de Un bárbaro anarquismo periodístico, afirma: «Como fruto natural del giro anarquizante que en seguida tomó la República, el domingo 30 de marzo de 1873 fue puesto a la venta el que era probablemente el primer periódico popular de contenido netamente anarquista: Los Descamisados [333].»
Junto a este periódico coloca al resto que seguía igual o parecida línea: El Petróleo, El Granuja, El Pito, El Degüello, Los Desesperados, etc., todos ellos - según el autor - dirigidos por Perillán Buxó.
Uno de sus alumnos [334], Luis Escobar de la Serna [335], analizó a fondo El Petróleo, al que califica de revolucionario, pero en ningún momento de anarquista. Efectivamente este periódico fue dirigido por Perillán Buxó del que traza una sucinta biografía.
De vida agitada y aventurera, después de varios viajes a Sudamérica, recalaría de nuevo en Madrid, editando en esta ocasión el periódico La Broma en 1881 y como subtítulos sucesivos, «organa política democrática» y «organa política republicana», lo que no deja ya lugar a dudas de cuales eran las intenciones de su autor.
Sin embargo, Gómez Aparicio, en su clásico estilo dice de él que «fue un periódico anarquizadamente independiente [336]».
Cuando se trata de analizar estos periódicos, lo que más sorprende y resulta además bastante sospechoso es que todos ellos aparecieran bajo la República. Supuestamente para desprestigiar a la Internacional que no había tenido nada que ver con ella y la había recibido con bastante tibieza.
Casi inmediatamente salta a la vista que a quien tratarían de desprestigiar sería a la propia República, pero no por serlo, sino precisamente por considerarla excesivamente ligada a valores conservadores. Pero vayamos por partes.
Nos limitaremos a analizar uno de los periódicos más representativos: Los Descamisados. Por dos razones fundamentalmente. Es el único que fue desautorizado por los internacionalistas y fue el que tuvo una existencia más dilatada - cinco números entre el 30 de marzo y el 12 de junio de 1873.
Su programa - que aparece en el primer número - es incendiario. Empleando efectivamente un lenguaje provocador. Invoca a Espartaco y a la Commune. Todas las formas de gobierno le parecen peores y su única fórmula es la anarquía. Se reclaman de la plebe y acaban su programa con frases guerreras: «¡Guerra a la familia! ¡Guerra a la propiedad! ¡Guerra a Dios! [337]»
A tenor de este programa podríamos pensar que realmente era un periódico que intentaba provocar. Pero, ¿a quién? Sigamos. Hay una frase que citan en la pag. 3 de este número y que repetirán en números sucesivos: «La propiedad es un robo» de Proudhon. Empezamos a coger el hilo. En esta misma página, al comentar que algunos periódicos dicen que muchas familias emigran temerosas del curso de los acontecimientos políticos añaden: «Querer más orden que el que emplean en Extremadura al repartirse los bienes; más cordura que la del insubordinado ejército; más sensatez que la de los carlistas y mas tranquilidad que la observada por los internacionalistas [338], es querer y pedir gollerías.»
De este primer número poco hemos podido sacar en claro y deberíamos continuar diciendo que es provocador. Pero el segundo número, aparecido una semana más tarde, nos aclara algunas cosas.
En primera página: «Primer número, primera denuncia.» Además de notificar que han sido denunciados y secuestrados los ejemplares que componían la segunda tirada, nos dicen que diecisiete mil ejemplares no bastaron para satisfacer las demandas de Madrid y que de todas partes de España les hacían enormes pedidos (¿Como se habían enterado?). La denuncia es probable que se hubiera producido [339]. Lo segundo es una guasa. Continúan acusando al gobierno de la República que los había denunciado citando sus nombres: Figueras, Pi y Margall, Castelar, Tutau, Chao, Salmerón, Sorní. Después de dedicarles diversas diatribas, una frase esclarecedora: «Ellos, los inspiradores de El Combate ¡Que vergüenza! [340]»
Siguen lanzando denuestos contra todos, pero sobre todo contra el Proudhon español, el «discípulo de aquél que sostuvo que la “propiedad es un robo”» y contra «nuestro valiente hermano Rubau Donadeu, que con toda la franqueza de su carácter y toda la lucidez de su ingenio sentó como principio la destrucción de la familia, afirmando que al ciudadano solo se le distinguiera por un número. [341]»
Aunque, como hemos señalado más arriba, Gómez Aparicio atribuía la paternidad de todos estos periódicos a Perillán Buxó, en el caso concreto de Los Descamisados no era así. Saliendo al paso de malévolas insinuaciones - aparecidas en varios periódicos de la capital - sobre la propiedad del semanario, afirmaban que desde que empezó a publicarse siempre había pertenecido a D. Faustino Maroto Fernández [342].
Por si cupiera alguna duda sobre su adscripción republicano-federal puede consultarse Los Desesperados que con toda probabilidad sería el continuador de aquél al ser suspendido. Su lenguaje es idéntico. Sus amargas críticas a los jefes republicanos exactamente iguales:
«Vosotros erais nuestros apóstoles, nuestros maestros./Desde la altura inconmensurable de vuestra sabiduría y vuestra ciencia, hacíais descender a nuestro corazón y a nuestro entendimiento el fuego sagrado de la verdad y de la justicia./Recordad. [343]»
Después de estas consideraciones podemos afirmar que el surgimiento de estos periódicos se enmarca dentro de la particular trayectoria histórica del republicanismo - y de una parte de la burguesía española. Este fenómeno se repetirá en otras ocasiones [344].
Castelar acabó con todos ellos de un plumazo al prohibir el 20 de septiembre que por medio de la prensa se difundieran noticias que estimulasen a la rebelión, entre otras disposiciones restrictivas [345].