Portada del sitio > Tesis > I.8/ A quien iba dirigida la prensa anarquista: Objetivos y resultados

anterior: I.7/ Características de la prensa anarquista: Sus redactores y (...)
siguiendo: Capítulo 1º. La I Internacional, 1869-1874: Los primeros pasos (...)

Introducción al análisis

I.8/ A quien iba dirigida la prensa anarquista: Objetivos y resultados

Ya han sido señalados en otras ocasiones los grandes esf uerzos que los anarquistas hicieron en favor de la enseñanza [175], cuyo motor principal fue la confianza que éstos tenían en que la revolución debía ir estrechamente ligada a la instrucción y a la difusión generalizada de las ideas [176].

En este sentido, el esfuerzo por alcanzar una educación adecuada a los fines revolucionarios estuvo presente desde los inicios de la Internacional en España. Pero tanto o más horror que la falta de escuelas causaba el que éstas estuvieran en manos del Estado.

«A pesar de sus fracasos y de su falta de escrúpulos [del Estado], hay quien declarándose enemigo suyo pide escuelas o espera que las haga construir el ministro, cuando es preferible el estado de analfabetismo agudo a la escuela oficial, aunque se instale en un palacio. Ya dijo Guerra Junqueiro que la escuela oficial solo producirá luz cuando se queme. [177]»

De aquí la vinculación de los anarquistas con los proyectos de establecimientos de escuelas laicas que tendría concreción a partir de la década de los ochenta [178].

En el 2º congreso de la FTRE celebrado en Sevilla en 1882 se recomendaba a las federaciones locales el establecimiento de escuelas laicas [179].

En septiembre de 1888 se celebró un congreso para fundar la «Confederación autónoma de Enseñanza Laica», en oposición a la dirección que Bartolomé Gabarró imprimía a la organización de éstas [180].

Muchas otras iniciativas se sucedieron hasta culminar en las experiencias de las escuelas racionalistas, cuyo primer precedente fue la Escuela Moderna de Ferrer y Guardia, fundada por éste a su regreso del exilio parisino en 1901 [181].

Prácticamente todos los esfuerzos de los anarquistas y anarcosindicalistas en materia de educación a partir de entonces, se centraron en la creación de escuelas racionalistas y en la enseñanza racional como base necesaria para la formación de hombres libres y por lo tanto revolucionarios.

A pesar de que los esfuerzos oficiales por atajar el analfabetismo en nuestro país fueron muy escasos, Antonio Maura era de la opinión de que éstos contribuyeron a extender la propaganda anarquista:
«… Sucede entre nosotros que nos parece que lo hemos hecho todo habilitando a los más humildes y a los más ignorantes para que deletreen, y luego se olvida que el único pasto que llega a su espíritu son publicaciones anarquistas, publicaciones que encarnan todos los odios y todas las pasiones. [182]»

Maeztu, con bastante más sentido, rebatía esta opinión afirmando que en los lugares donde más se difundía la cultura - países germanos, escandinavos y anglosajones - el anarquismo no tenía arraigo, teniéndolo por el contrario en los países eslavos, célticos y latinos, donde es mayor el número de analfabetos. Profundizando aún más aseguraba que en los países de educación dogmática el anarquismo se había extendido - Rusia, Francia, España, Italia, Irlanda, etc. Siendo inexistente en los países anglosajones cuya característica intelectual era el experimentalismo, al igual que en los germanos y escandinavos educados en el libérrimo criticismo kantiano [183].

De ser esto cierto, paradójicamente serían los anarquistas los que más habrían contribuido a sentar las bases intelectuales que hicieran posible su desaparición ideológica. De todos modos creemos que nadie puede razonablemente poner en duda el esfuerzo de éstos por elevar el nivel cultural de los menos favorecidos. En ausencia de escuelas - o como complemento a ellas - la propaganda escrita - libros, folletos, periódicos - iba a servir de plataforma de educación racional o, mejor dicho, «integral», como se la llamaba en los congresos internacionalistas.

«… la escuela y el periódico son para nosotros las poderosas palancas del progreso en todas sus múltiples manifestaciones, los potentes conductores de la luz (…) Suprimid la escuela y como dijo el poeta, suprimiréis al hombre; suprimid el periódico y apagaréis la luz. [184]»

Es preciso no olvidar que estaba muy extendido entre los trabajadores con inquietudes «intelectuales», el autodidactismo y que en esta preparación jugó un papel importante el periódico.

En el congreso comarcal de Andalucía del Este celebrado en Granada, en el domicilio de la Federación Local en julio de 1883, el delegado de Alhama, interviniendo a propósito de la propaganda y la instrucción, se expresó en los siguientes términos:
«que el que quiere instruirse se instruye, que él se ha instruido a pesar de que vive en una de las ciudades más embrutecidas del mundo, que en Alhama estaban a oscuras hasta que un malagueño fue allí y les leyó la Revista Social y entonces tomaron una suscripción entre cuatro o cinco. [185]»

Así se manifestaba también la redacción del periódico La Voz del Obrero del Mar de Cádiz:
«Hay algo más grande, más sublime, más heroico, en la lucha del capital y el trabajo, que la conquista de una pequeña ventaja positiva sobre el salario actual; no se lucha solo por la mejora material, que si algo resuelve no llena las totales aspiraciones del oprimido; se lucha por la instrucción de la clase, de nuestros hijos, por la emancipación de la sociedad futura. [186]»

La prensa anarquista se dirigía, pues, principalmente, a la clase menos favorecida socialmente en todos sentidos. Como vehículo de instrucción, tanto como tribuna de preparación revolucionaria. Entre estos dos extremos, que permanecieron invariables a lo largo de todo el período aquí estudiado, oscilaron los diversos periódicos que nacieron y desaparecieron al calor de hechos o acontecimientos determinados. Unos ponían el acento en el aspecto educativo:

«Queremos la cultura del Pueblo, para que sea más consciente y mejor. Queremos que el obrero no sea el eterno paria, manejado y escarnecido, vilipendiado en sus intereses y rebajado en su dignidad. Deseamos que no sea esclavo del amo, ni del vicio; lo anhelamos libre, orgulloso de si mismo, capaz de un gesto digno y gallardo; que lance al abismo para que no reaparezca más, la opresión y la esclavitud, el fanatismo y la tiranía, que acabe para siempre con la inhumana explotación del hombre por el hombre. [187]»

Otros acentuaban su carácter revolucionario, naturalmente en sentido anarquista:
«Y porque somos anarquistas, combatiremos con entereza cualquier forma de gobierno del hombre por el hombre, cualquier gerencia social, monárquica o republicana, socialista o aristocrática, imbécil o sabihonda (…) Liberación viene a la palestra de la lucha por cuanto signifique progreso, emancipación y engrandecimiento de la vida… [188]»

Aunque también había quienes intentaban armonizarlos:
«Esta publicación, representación y eco de la F.L. de Martín de Provençals, a más de venir a defender los principios anárquico-colectivistas, servirá de instrucción a los trabajadores, pues la mitad de sus páginas son dedicadas a la colección de obras científico - filosófico - sociales. [189]»

En cuanto al método, aunque también había divergencias, éstas eran casi inapreciables. Una buena síntesis del mismo nos la proporciona Revista Social:
«El periódico creando opinión unas veces, otras inspirándose en ella. Contestando a la alusión ora; despejando las dudas luego; asentando principios siempre y combatiendo, luchando en todo tiempo sin escoger el sitio ni el enemigo, por el ideal querido, es una buena y excelente arma de propaganda, que reúne la superior condición de barata, por lo que está más al alcance de los trabajadores. [190]»

El periódico cubrió un papel importante en sentido positivo de difusión de las ideas, pero también fue plataforma de enfrentamientos personales, los cuales, si en algunos casos sirvieron para desarrollar el pensamiento anarquista [191], en otros tan solo perseguían intereses mezquinos, personalistas, que poco o nada tenían que ver con aquél [192].

Por lo que hace referencia a la forma, tanto estilística como estética, la generalidad de los periódicos se preocuparon poco de ella aparentemente:
«La Bandera Roja no será, pues, un periódico científico, ni de frase rebuscada, ni de ergotismos trasnochados, ni de empalagosas disquisiciones, sino que será, ante todo y sobre todo, repetimos, un periódico de tendencias, propósitos y fines marcadamente revolucionarios. [193]»

O también:
«"Advertimos a nuestros lectores que en estas columnas no encontraran la literatura de los grandes escritores del siglo, ni la ciencia de los sabios, ni mucho menos la poesía de los visionarios románticos; en estas columnas solo encontrarán prosa ruda, pero ideal vibrante, nacido de corazones que sufren el yugo secular de los detentadores de la riqueza social (…) Si la literatura, la ciencia y la poesía no tienen eco en nuestro periódico, en cambio tenemos para él un caudal inagotable de miserias escondidas que salen a la luz pública… [194]»

Tenían de la propaganda la idea de que ésta alcanzaría los corazones proletarios con la sola fuerza de la razón y de la justicia. Huían de frases rebuscadas y de retóricas inútiles. "¿Acaso tendremos que advertir que no hallarán en él las galanuras literarias y las flores de retórica que abundan en la prensa burguesa [195]?

Y por supuesto huían también del mercantilismo que suponía hacer del periódico un negocio rentable como «la prensa burguesa…, la prostituta que se vende a cualquiera, por un dinero. [196]»

De todos modos estas manifestaciones resultan engañosas tomadas de modo literal. Si los anarquistas huyeron de retóricas inútiles, no por eso olvidaron presentar el periódico de la forma más atractiva posible [197]. Dentro del equilibrio que suponía limitarse al tipo de financiación de que se disponía y concebir el producto combinando las posibilidades con el resultado final, se tendía siempre a crear cabeceras originales incluyendo grabados si era posible; a elegir la disposición más idónea [198]. Lily Litvak [199], en el capítulo «La Buena Nueva», trata algunos aspectos de la estética anarquista plasmada en sus periódicos: «A menudo el nombre del periódico aparecía orlado primorosamente con un grabado alegórico. La Alarma de Reus, por ejemplo, muestra el nombre encabezado por una mujer que sostiene una antorcha en cuya llama se lee “Acracia”. Pasa una mano sobre la cabeza de un hombre atado y amordazado, atrás del hombre está el CAPITAL, y tras ella una multitud de obreros junto a un sol que despunta con la palabra Libertad.»

Los ejemplos podrían multiplicarse. El Condenado de Madrid, dirigido por el internacionalista Tomás González Morago, incluía grabados de José Luis Pellicer y casi sesenta años más tarde la revista Estudios de Valencia presentaba sus portadas con dibujos de Renau, Monleón y Bou.

Lo mismo podría decirse del texto que estaba estructurado generalmente de forma que supusiera un impacto directo, que la noticia importante resaltara del resto, huyendo de la rutina de un diseño uniforme y poco atractivo [200]

Cultivaron diversos géneros literarios y entre ellos, con gran profusión, la poesía. Incluso dedicaron algunas a glosar las excelencias de la prensa obrera:

«Voz potente del pueblo soberano
que su ideal a conquistar se lanza,
esgrimiendo la pluma con su mano,
que da fuerza al derecho y la esperanza.
Voz del pueblo viril, en la palestra
recio combate valerosa libra,
y nueva aurora en lontananza muestra
y con acentos libertarios vibra.
Es el rugido del lean, que largo
sueño durmió, centuria tras centuria,
y despertando del fatal letargo
repele, al fin, del domador la furia.
Arriba el corazón, la frente altiva;
al soldado el peligro no le asusta;
no, no puede la suerte ser esquiva
siendo la causa tan sublime y justa.
De libertad el sol cada vez brille
con más fulgor que por doquiera irradie;
que humilde un hombre a otro no se humille;
que nadie mire con rencor a nadie.
Copie la pluma el pensamiento noble,
predicando entre todos la armonía
sin desmayar jamás: el fuerte roble,
los furores del viento desafía. [201]»

Considerándolo en su evolución histórica, si bien el periódico anarquista mantuvo invariable su objetivo final de destrucción del Estado y la sustitución de la sociedad de explotación por otra más justa, sus métodos variarán en la medida que se modificaban o se diversificaban las premisas de las cuales partía.

Hasta la desaparición de la FTRE en el año 1888, prácticamente todos los periódicos anarquistas eran partidarios de la organización de la Internacional. Y en su desarrollo confiaban para alcanzar sus objetivos. Las diferencias eran de matiz, pero no cuestionaban la necesidad de organizarse.

La introducción del anarco-comunismo en nuestro país, supuso un cambio radical en la concepción de la organización. Ya no se depositaba confianza absoluta en una estructuración perfecta de la misma, defendiéndose con énfasis la organización espontánea y desarrollando de esta forma la teoría de los grupos efímeros [202]. Con la evolución de un sector del anarco-comunismo hacia posturas individualistas se rechaza por completo la organización, confiándose únicamente en la acción del individuo apoyado en actos ejemplares.

El descubrimiento del anarquismo sin adjetivos [203] - con más propiedad sin definición económica - posibilitaría el desarrollo de multitud de tendencias dentro del mismo, cuyo período de máximo esplendor se sitúa en los años iniciales del presente siglo. Desde el llamado «anarquismo literario» [204], al que se adscribieron - con algunas excepciones - la práctica totalidad de la generación del 98, hasta los grupos neo-malthusianos [205], pasando por nietzchianos, cuyo órgano más representativo fue Juventud de Valencia [206], o catalanistas de diverso corte, con órganos como Avenir o Progrés, ambos de Barcelona. Sin olvidar, por supuesto, las revistas de contenido filosófico-cultural, como La Revista Blanca de Madrid o Natura de Barcelona y también Ciencia Social, en la última década del siglo anterior. O los periódicos de combate, típicos de grupos anarquistas como El Productor de Barcelona en sus diversas etapas, Espartaco, en la misma ciudad y sus sucesores, El Mismo y Nuevo Espartaco, etc.

Pero con el despertar del siglo comienza también a resurgir la idea de organización. Comienzan a desarrollarse sociedades obreras, editando algunas de ellas sus propios órganos en la prensa. Se inicia de este modo un proceso organizativo que culminará en 1910 con la creación de la CNT.

A partir de aquí los periódicos anarquistas se dividirán en dos bloques. Por un lado aparecerán los órganos del aparato sindical cenetista y por otro los órganos netamente anarquistas, generalmente expresión de algún grupo, aunque en ocasiones la división no puede ser claramente señalada. Pero en cualquier caso todos defendieron la necesidad de la organización. Las diferencias estribaban en todo caso en la mayor o menor implicación con la CNT o en cuestiones de táctica.

Pocos órganos anarquistas se opusieron de forma decidida al desarrollo del anarcosindicalismo, sin embargo podemos señalar que Regeneración de Lérida afirmaba «que el sindicalismo ha dado de sí todo lo que podía dar y ha muerto definitivamente como instrumento de estado legal y de estabilidad en la sociedad burguesa», añadiendo que este periódico «nació para ser instrumento del camino a seguir, esencialmente revolucionario y anarquista. [207]»

Pero eran fenómenos aislados y no tuvieron un gran eco en la prensa anarquista. La corriente principal se comprometió sin reservas en el desarrollo del anarco-sindicalismo.

Junto a la prensa periódica, los anarquistas no descuidaron el interés que presentaba el libro y el folleto para la difusión de las ideas. Para Anselmo Lorenzo el libro y el periódico se complementan en la lucha por la emancipación y el desarrollo del conocimiento y la libertad. «Si la Enciclopedia produjo la revolución, el periódico la impulsó hasta sus últimas consecuencias (…) Con el libro almacenamos, perfectamente clasificados todos los conocimientos; con el periódico luchamos diariamente por la conquista de la libertad y de la igualdad» y los considera «arma de dos filos» para aquellos que quieran «velar la verdad en el libro y dar falsa dirección a la opinión pública por el periódico. [208]»

Desde bien temprano el folleto fue medio indispensable y en menor medida el libro. Generalmente se publicaban formando parte de una determinada colección bajo los auspicios de un periódico.«La Biblioteca del Proletariado», nació por iniciativa de Revista Social. La empresa editorial de la familia Urales incluyó libros y folletos y en su segunda etapa, colecciones de novelas cortas. Así mismo otros periódicos como El Corsario de La Coruña tuvieron su propia editorial, etc.

Con su fino sentido para la observación, Maeztu nos relata esta avalancha propagandística:
«Asomémonos a los escaparates de nuestras librerías. No se echa de menos ninguna de las obras capitales del anarquismo (…) Detrás de la falange libresca aparece el ejército de los folletos, en cuya confección son maestros el francés Estiévant y el italiano Malatesta. Luego viene el enjambre de periódicos. Solo en Madrid se han estado publicando tres semanarios anarquistas. En toda España pasa de la docena el número de periódicos libertarios. Alcanzan algunos de ellos una tirada de 12000 números; vende el que menos 4000 ejemplares. [209]»

Este entusiasmo desbordante de los anarquistas por los periódicos sería incomprensible si no lo enfocáramos desde una perspectiva que le proporcionaba un valor excepcional.
«Ha de tenerse presente que la reacción toma, como Proteo, cuantas formas le convienen, y la perspicacia del propagandista ha de ser tal, que debe, por regla general, llevar a cabo todo aquello que a la reacción no convenga. [210]» Es decir, el periódico debía ser - además de una excelente herramienta para esculpir conciencias - un arma de lucha y combate.

«El Trabajo, como la organización, ha formado y forma nuestro cuerpo de lucha, nuestro medio de combate para las paulatinas reivindicaciones, tanto morales como económicas. Nos ha hermanado la emoción diaria de nuestras múltiples aspiraciones que siendo tan justas son siempre insatisfechas… [211]»

Pero no en el sentido en que lo expone un gran «conocedor» del mundo anarquista [212] al poner en boca de «El profesor» - uno de sus personajes, anarquista de acción:
«…¡Justamente. El maldito orden social no se edificó con papel y tinta y yo no me creo la fábula de que una combinación de papel y tinta pueda alguna vez ponerle fin, sea lo que sea lo que usted pueda pensar… [213], pero no cabe duda que posibilitó, en su momento, la apertura a las nuevas adquisiciones del pensamiento.

Como arma de lucha lo interpreta también probablemente Díaz del Moral [215] cuando nos dice:
«Es incalculable el número de ejemplares de periódicos que se repartían: cada cual quería tener el suyo. Es verdad que el 70 u 80 por 100 no sabía leer; pero el obstáculo no era insuperable. El entusiasta analfabeto compraba su periódico y lo daba a leer a un compañero, a quien hacía marcar el artículo más de su gusto; después rogaba a otro camarada que le leyese el artículo marcado y al cabo de algunas lecturas terminaba por aprenderlo de memoria y recitarlo a los que no lo conocían. ¡Aquello era un frenesí!»

Es posible que también Ramiro de Maeztu se refiera a este aspecto - aunque desde su particular punto de vista - al señalar la diferencia entre propaganda obrera y burguesa y hacer referencia a la atemporalidad de la primera frente al consumo de la segunda. Añadiendo a renglón seguido:
«El firmante de este artículo ha presenciado la lectura de La Conquista del Pan en una casa obrera. En un cuarto que alumbraba únicamente una vela, se reunían todas las noches del invierno hasta 14 obreros. Leían unos a otros, trabajosamente escuchando, cuando el lector hacía el punto, solo el chisporroteo de la vela interrumpía el silencio. También ha presenciado la lectura de la Biblia en una casa puritana; la sensación ha sido idéntica en uno y otro caso. [216]»

Tierra Libre de Barcelona es ya mucho más explícito hablando de acción universal mucho más poderosa que la palabra que se lleva el viento robusteciendo a los débiles, dando coraje a los tímidos y haciendo arraigar las convicciones y el amor a los ideales con más firmeza. «La sugestión ejercida por la prensa, llega hasta vencer la indiferencia a la prevención del que lee, pues más o menos tarde, el periódico leído viene a ser para él un compañero inseparable que presenta luego a los amigos del taller, de la fábrica o del terruño y se identifica con él como carne de su propia carne. [217]»

Los resultados de esta intensa propaganda son de todos conocidos y creemos que no merece la pena seguir insistiendo sobre ello. Tan solo ofrecer una breve síntesis de los mismos. Proporcionó la necesaria cohesión a un movimiento que se comprometió a fondo con un determinado tipo de organización obrera. Sirvió de apoyo a las luchas frontales entre burguesía y proletariado. Y, sobre todo, defendió sus ideales sin desmayo.


anterior: I.7/ Características de la prensa anarquista: Sus redactores y (...)
siguiendo: Capítulo 1º. La I Internacional, 1869-1874: Los primeros pasos (...)

[175Alvarez Junco, José, La ideología política del anarquismo español, Madrid, 1976, 515-546; Boyd, Carolyn P., «Els anarquistes i l’educació a Espanya (1868-1909)», Recerques (Barcelona), n.7 (1978), 57-81

[176Hay que tener en cuenta que en aquellos años el índice de analfabetismo en España era muy alto y además éste afectaba principalmente a la clase trabajadora, pero sobre todo a los campesinos. En 1877 el 72% de la población era analfabeta. Treinta años más tarde, en 1910 la proporción todavía superaba el 50 ó 59%. Había además grandes diferencias regionales entre el norte industrializado y el sur agrícola; Mª Dolores Samaniego, «El problema del analfabetismo en España (1900-1930)», Hispania (Madrid), T.33, n.124 (mayo/ago. 1973), 375-400; Boyd, art. cit., pag. 62
En el congreso comarcal de Andalucía del Este celebrado en Granada en julio de 1883 el presidente cerró el acto con un discurso en el que entre otras cosas dijo: «que la instrucción es la base de la transformación social.», El Estandarte (Madrid), n.165 (20 jul. 1883), 1

[177Alaiz, Felipe, «Literatura y periodismo» (VIII), La Revista Blanca (Barcelona), n.239 (1 mayo 1933), 712

[178Alvarez Junco, La ideología…, op. cit., pag. 524

[179Revista Social (Madrid), n.72( 19 oct. 1882), 2; Nettlau, La Première…, op. cit., pag. 400; Alvarez Junco, La ideología…, op. cit., pag. 525. En nota 35, en esta misma página, pueden consultarse referencias bibliográficas que remiten a escritos anarquistas en la prensa sobre el particular y que sería ocioso repetir aquí

[180Nettlau, La Première…, op. cit., pag. 518, cit., por Alvarez Junco, La ideología…, op. cit., pag. 524

[181Pere Solà ha empleado ríos de tinta en el estudio y descripción del desarrollo de las escuelas racionalistas en Cataluña, vid., p.e., Las escuelas racionalistas en Cataluña (1909-1939), Barcelona, 1978, 227 págs.; Educació i moviment llibertari a Catalunya (1901-1939), Barcelona, 1980, 301 págs., etc.

[182Palabras del político recogidas por Maeztu en «El ideal anarquista en España» (IV), El Imparcial (Madrid), (24 dic. 1901) y en Artículos desconocidos…, op. cit., pag. 190

[183art. cit.

[184Rodolfo, «La escuela y el periódico», Los Desheredados (Sabadell), II, 62 (1 sep. 1883), 1

[185El Estandarte (Madrid), n.165 (20 jul. 1883), 1, tomado de El Defensor de Granada

[186n.1 (15 mayo 1904), cit., por Brey, Gerard, «Catálogo de la prensa obrera gaditana conservada en la biblioteca pública de Cádiz (1897-1922)», Actas del I Congreso de Historia de Andalucía (dic. 1976), tomo II: Andalucía cont. (siglos XIX-XX), Córdoba, 1979, pag. 281

[187Cultura y Acción (Elche), n.1 (7 dic. 1930), 1

[188Liberación (Elche), n.1 (1 mayo 1912), 1

[189El Grito del Pueblo (San Martín de Provençals), n.2 (15 jul. 1886), reproducido también en números siguientes.

[190«Biblioteca del Proletario», Revista Social (Madrid), n.18 (26 oct. 1881), 3

[191Por ejemplo la lucha ideológica entre colectivistas y comunistas hizo que se superasen muchas ideas obsoletas. Así también pensaba Federico Urales: «A partir de aquí se establece una lucha entre comunistas y colectivistas, que si encona los ánimos, depura las ideas.», La evolución de la filosofía en España, estudio preliminar de Rafael Pérez de la Dehesa, Barcelona, 1968, pag. 112
Lo mismo podría decirse de las polémicas entre partidarios del sindicalismo revolucionario, del anarcosindicalismo o del anarquismo.

[192Sería excesivamente prolijo citar cada uno de estos enfrentamientos en las páginas de la prensa anarquista. Sin embargo los más espectaculares fueron los planteados contra Federico Urales a lo largo de casi toda su existencia, pero sobre todo en sus dos intentos de creación de una empresa editorial anarquista.

[193La Bandera Roja (Madrid), n.1(15 jun. 1888), 1

[194«Otra vez a la lucha», El Obrero Moderno (Igualada), n.22 (3 ene. 1914), 1

[195«Muy queridos», La Nueva Idea (Gracia), I, 1 (23 feb. 1895), 1

[196Ibid.

[197Salvo algunas excepciones que se refieren fundamentalmente a periódicos societarios

[198Con frecuencia leemos en los periódicos anarquistas la intención de introducir reformas en los mismos tendentes a mejorarlo, bien aumentando su tamaño para poder ampliar la información, bien mejorando la calidad del papel o en otros casos cambiando la disposición del texto o el diseño de la cabecera

[199Musa libertaria, Barcelona, 1981, págs. 193 y sgs.

[200Id., págs. 195 y sgs.

[201Barrios, Ciriaco, «La prensa obrera» (poema), El Selfactinero (Alcoy), n.5 (15 nov. 1912), 1, reproducida en El Rayo (Palma), n.29 (14 dic. 1912), 4

[202La Justicia Humana de Barcelona sería la primera, a nuestro conocimiento, que desarrollaría esta teoría, vid., «Organización y autoridad» (II), n.8 (25 nov. 1886), 1. La primera parte de este artículo fue publicado en el n.7 que no ha llegado hasta nosotros.
La Révolte del 2 ago. 1886 nos ha conservado algunos extractos del mismo, cit., por Temma Kaplan, Orígenes sociales del anarquismo en Andalucía, Barcelona, 1977, pag. 230

[203La lucha de tendencias que caracterizó los años ochenta se saldó con una fórmula de compromiso que supondría en la práctica la desaparición progresiva de las ideas colectivistas y la supremacía del anarco-comunismo, pero tendiendo a suprimir adjetivos. La Controversia de Valencia al dirigirse a sus lectores decía en el n.2 (17 jun. 1893): «Entre los creadores del periódico hay individualistas en mayoría, es verdad, comunistas y colectivistas, pero todos son anarquistas afanosos de la discusión (…) Repetiremos: ¡Fuera dogmas! ¡Viva la libre discusión!»

[204Este aspecto ha sido muy bien expuesto entre otros por Clara E. Lida, «Literatura anarquista y anarquismo literario», Nueva Revista de Filología Hispánica (México), XIX, n.2 (1970), 360-381

[205La publicación más importante de este grupo encabezado por Luis Bulffi, fue Salud y Fuerza que apareció en Barcelona desde 1904 hasta 1914

[206Afirmaba este periódico en su primer número: «El periódico viene al mundo a volcar todas las ideas que bullen por los cerebros, toda esa sentimentalidad pujante y refinada de la juventud moderna (…) Juventud será, queremos que lo sea, una protesta, un grito rebelde del pueblo (…) ¿Programa? ¿Para qué? Delante tenemos la Vida; detrás los cadáveres que no puedan seguirnos.», «Al pueblo; a los jóvenes», por la redacción, n.1 (4 ene. 1903), cit. por Arbeloa, Revista de Fomento Social (Madrid), XXVIII, 110 (1973), 207-208

[207n.1 (4 jun. 1921), cit., por Sol Clot, 150 años de prensa leridana, Lérida, 1964, pag. 411

[208«El libro y el periódico», La Asociación (Barcelona), n.22 (30 jun. 1885), 4

[209«El ideal anarquista en España» (I), El Imparcial (Madrid), (28 nov. 1901) y en Artículos desconocidos…, op. cit., págs. 176-178

[210«Línea de conducta», Revista Social (Madrid), n.2 (16 jun. 1881), 1

[211«El Trabajo os saluda», El Trabajo (Manresa), n.61 (13 ene. 1924), 1

[212Conrad, Josep, El agente secreto, Barcelona, 1983, pag. 12

[213Id., pag. 89]»

Ignoramos lo que pensaba su interlocutor Ossipon, pero sí podemos afirmar con seguridad que los anarquistas jamás creyeron que la tinta vertida en un papel de manera más o menos afortunada podía modificar las estructuras sociales, como tampoco creyeron nunca que una bomba mejor o peor colocada podría transformar el orden social.

De lo que estaban perfectamente convencidos era que la propaganda posibilitaría las condiciones para llegar a su consecución, al poner los medios para elevar el nivel de instrucción del trabajador al mismo tiempo que su conciencia de clase.

A esto nos referíamos cuando hablábamos de arma de lucha. Quizá nos resulte ingenuo, desde nuestra óptica, la fe ciega de los anarquistas en la cultura y la ciencia[[<214>Alvarez Junco, La ideología…, op. cit., págs. 93 y sgs., ha analizado a fondo esta fe en el progreso que arranca de la Ilustración

[215Historia agitaciones…, op. cit., pag. 188

[216«El ideal anarquista en España» (I), art. cit., cit. por Rafael Pérez de la Dehesa, «El acercamiento de la literatura finisecular a la literatura popular» en Creación y público en la literatura española, pag. 158 y por Lily Litvak, Musa libertaria, op. cit., pag. 185
Si la sensación era la misma, cabría preguntarse, en todo caso, si lo eran también los resultados y los objetivos que en ambos casos se perseguían.

[217n.1 (11 ago. 1908), 1, cit., por Litvak, op. cit., pag. 193