Acracia representa - dentro del periodismo ácrata - el primer intento serio de crear las bases para la elaboración de un cuerpo doctrinal anarquista, incorporando y divulgando las corrientes de pensamiento consideradas más avanzadas y desarrollando las bases teóricas en las que el anarquismo se sustentaba [629].
Surge del núcleo de tipógrafos barceloneses que formaban parte de la «Sociedad de Obreros Tipógrafos» y que editaban La Asociación, su órgano en la prensa. Por lo tanto su cuerpo de redacción estaba compuesto por obreros ilustrados. Algunos de ellos con capacidad para el análisis teórico de la sociedad desde el punto de vista ácrata, como Teobaldo Nieva o Tárrida del Mármol, sin olvidar a Pellicer Paraire o Anselmo Lorenzo, entre otros muchos.
No quiere esto decir que dejara de lado la problemática obrera. Pero si le dio otro tratamiento intentando salir de los estrechos marcos de las reivindicaciones económicas para contemplarlo desde un plano más elevado. Esta feliz combinación sería ampliamente desarrollada más tarde por La Revista Blanca.
El Productor [630], debido en parte a las iniciativas de la revista y en parte al apoyo de los núcleos obreros barceloneses gozará de la cualidad de ser uno de los primeros periódicos - primero diario y en seguida semanario - que combinó en sus páginas con gran acierto la problemática teórica, los aspectos culturales y las reivindicaciones obreras [631]. Todo ello junto a las informaciones mayoritariamente de carácter obrero.
Con la aparición de Tierra y Libertad por un lado y La Bandera Roja por otro. El primero titulándose anarco-comunista y el segundo anarquista a secas, El Productor inició una política de entendimiento.
«La anarquía, so pena de dejar de serlo, rechaza todo dogma económico [632].»
Continuaba diciendo que había que ser contemporizadores y no caer en contradicciones como, «lanzar excomuniones dar patentes de anarquistas y disputar como enemigos [633].»
Con el descubrimiento de la fórmula «la anarquía sin adjetivos [634]», ambas posiciones se irían diluyendo con ventaja para la tendencia comunista. Pero el entendimiento ya era posible. La Revolución Social - órgano comunista - saluda la aparición de La Alarma - último órgano colectivista - con entusiasmo [635]. Con la venida de Mala testa se prodigaron los contactos entre colectivistas y comunistas con vistas a una posible coordinación [636].
3.6.1/ La Bandera Roja
Este periódico - aparecido el 15 junio 1888, pocos días después de que lo hiciera Tierra y Libertad - se inscribe dentro de la tendencia de buscar una solución de compromiso en la ya larga polémica colectivismo-comunismo. Afirmaban que ningún argumento se podía oponer contra las justas pretensiones del obrero que reclama el producto íntegro de su trabajo [637].
Defendía las ideas anarco-colectivistas, pero en ningún momento hacía alusión a los comunistas [638]. Al hablar de «La Anarquía [639]», intentaba conciliar posiciones: «Parece se quiere hacer pasar a la anarquía por una especie de dogma, por una religión social de un género inédito…», tratando de sacar a la palabra de los lugares comunes.
No tenemos constancia de ello, pero es de suponer que estuviera redactado por el mismo grupo que editó Bandera Social y posteriormente La Anarquía, La Idea Libre, etc., es decir, Ernesto Álvarez, Francisco Ruiz y otros [640].
Se vio precisado a suspender sus publicaciones. Ignoramos las causas, pero pudo ser debido a apuros económicos o a disensiones internas por causa del Congreso de Valencia (disolución de la FTRE y constitución de la OARE). En su reaparición notificaban su decisión de fundar una biblioteca anarquista para contribuir a la propaganda, necesitando para ello el concurso de todos aquellos que estuvieran interesados [641].
Analizando el congreso antes citado, afirmaban la urgente necesidad de éste, dado que había que restituir al anarquismo y al colectivismo su pureza que había sido manchada [642]. Al mismo tiempo criticaba amargamente las cartas de C(uadrado) por su contenido acre y poco acertado [643].
Contestando a La Solidaridad de Sevilla, concluía:
«Nosotros somos ante todo y sobre todo, anarquistas, después, colectivistas [644].» Afirmaba también que el congreso de Valencia había actuado honradamente vista la situación en que se encontraba la FTRE, de haber estado en un período brillante hubiera sido traición, pero no era así.