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Apéndices documentales

2. Documentos sobre la propaganda (escritos teóricos)

Documento 9

«Los periódicos obreros», por Uno, Acción Directa (Cartagena), I, 12 (28 feb. 1914), 3

Todo periódico obrero cuyo fin único sea la defensa del trabajo, no se le podría tachar de malo; pero si carece de ideales de positiva redención, su campaña será deficiente o quizá huera; puesto que al emitir su opinión en un dado litigio entre patronos y trabajadores, la emitirá con arreglo al medio ambiente actual, que equivale a una laguna cuyas aguas estancadas no pudiendo agitarse, tienden a su descomposición por faltarles el movimiento de ascensión, de evolución, expresión de ley de la vida.

Y si tales periódicos mueren por faltarles el rigor de ideales progresivos que robustezcan las energías para luchar por un futuro armónico y equitativo, también mueren aquellos que propagan un ideal sofístico llamado catolicismo, ya que su doctrina al cabo de veinte siglos de ser predicada en todo el orbe, solo ha redimido de la miseria a los ministros que la defendían antaño en el púlpito y en el libro y hoy la defienden en el periódico y en el Sindicato, en vista de la manifiesta simpática adhesión que al Sindicalismo presta el obrero por considerarlo antesala que le dará acceso a su anhelada emancipación, al ansiado reinado de la igualdad económica y moral contenida en la idea filosófica Anarquía.

Y los otros periódicos obreros contradictores del sindicalismo, combaten a éste, porque aconseja al obrero que no debe esperar nada de la política; y los redactores de aquellos, como desvían al obrero del camino que les conviene que anden, hacen cruda guerra al sindicalismo, porque sueñan todas las noches con las actas de concejales y de diputados, y a fin de que sus halagadores sueños se conviertan en realidades, engañan sin escrúpulos, valiéndose para ello de las más ruines acciones. Estos en la actualidad son más perjudiciales a las reivindicaciones del proletariado que los católicos, porque estos lo que predican está rancio, mientras que los otros lo que propagan está fresco.

Uno


Documento 10

«Reflexiones. La prensa obrera», por Juanonus, Acción Libertaria (Gijón) n.9 (5 mar. 1915), 1

«A todos y a ninguno
mis advertencias tocan»

No pretendemos, al trazar estas líneas, imitar al maestro Ciruela del adagio; está bien lejos de nuestra mente la idea de abrir escuela de sociología, pues harto sabemos que nuestras aptitudes son más de discípulos que de maestros. No nos mueve el afán de dar orientaciones ni de definir actitudes; el campo anarquismo es bien amplio, y todos los que a él acuden pueden moverse como les plazca, sabiendo como saben de antemano que su libertad acaba donde empieza la de los otros.

Estas reflexiones no aluden, ni de lejos ni de cerca, a los anarquistas y nuestra prensa. Podemos discrepar en la apreciación de métodos de lucha y en la exposición de doctrinas, pero en nuestros periódicos no se ven (y si acaso existen son muy veladas), las contradicciones entre la teoría y la letra. No es esto, como algún malicioso pudiera suponer, un autobombo, creemos que las cosas son así, y lo declaramos sinceramente sin temor al comadreo de los chismosos.

Pero esta satisfacción que tanto nos consuela, se desvanece por completo al pasar los ojos por las columnas de muchos periódicos obreros. Quisiéramos nosotros que en cada pueblo, por insignificante que fuese, se publicara un periódico redactado por y para obreros: pero desearíamos también, y no es mucho desear, que los redactores anduvieran con tino al manejar la pluma.

Como ya antes indicamos, no aspiramos a sentar plaza de maestros. Sabemos que en cada región y hasta en cada localidad, las necesidades del proletariado son distintas, como también lo son las patrañas burguesas. Huelga, por lo tanto, decir que la guerra contra el capital debe hacerse según las latitudes.

Mas si estamos conformes en esto, no lo estamos, ni mucho menos, con las formas en que se redactan ciertos periódicos obreros.Exceptuando alguno que otro artículo bien meditado, los más de las veces el resto de estas hojas obreras es lo que en lenguaje vulgar llamamos una lata, y perdonen estos compañeros en explotación el modo de señalar.

No veáis, amigos luchadores, en nuestras palabras, deseo de agraviaros. Decir que la prensa obrera en general es perfecta, sería mentir; y la mentira en este caso sería perjudicial para la causa que defendemos. No es necesario ser tan bien hablista como Cervantes para escribir con algo de corrección, ni hemos de estar, sociológicamente hablando, a la altura de un Reclus para tratar ciertos problemas ni son éstas las cualidades que pueden exigirse a quienes como vosotros y nosotros dedicamos más horas al trabajo que al estudio.

Lo que motiva estas reflexiones, es la frecuencia con que en la prensa obrera se publican artículos, noticias y sueltos de puro corte burgués. No citaremos títulos de periódicos, atendiéndonos al lema que encabeza estas líneas; pero sí diremos que el anuncio de un baile de máscaras, el elogio a las nulidades locales o el artículo encomiástico dedicado a un monterilla cualquiera, están en contradicción con el ideal emancipador; y estas contradicciones abundan por desgracia en la prensa obrera.

No hace mucho, en un periódico titulado defensor de las sociedades obreras de la ciudad donde se publica, se hablaba del aniversario de la muerte de un contratista, el cual, según el periódico de referencia, merced a su constancia y trabajo logró hacer una regular fortuna.

Con franqueza, amigos: para llegar a la conclusión de que los burgueses se enriquecen con su constancia y trabajo, ¿qué falta hace la prensa obrera que así se expresa?

Juanonus


Documento 11

«Afirmaciones. El Periódico», por B, Solidaridad Obrera (Barcelona), n.702 (31 dic. 1917), 1

La aparición en el mundo de estas hojas diarias señaló una nueva era de progreso, de cultura, de instrucción. Los historiadores que se han ocupado de este acontecimiento, cantaron victoria por la nueva forma de extender las concepciones intelectuales que antes, encerradas en los libros, sólo estaban al alcance de los privilegiados. El periódico llevaría a los más apartados rincones el saber por una ínfima cantidad. El progreso se abriría paso en los campos, en las aldeas, en todas partes. Su bandera desplegada al viento sería desde entonces el diario.

He ahí lo que se dijo, he ahí lo que aún se dice.

No negaremos rotundamente su utilidad; no diremos que haya sido contrario a los fines para que fue hecho; no aseguraremos que la labor que hace sea negativa. Pero, ¿responde en realidad a la grandeza que todos le reputaron? ¿es, en verdad, el periódico, un sembrador de cultura, de progreso, de instrucción? ¿lleva a los rincones apartados, a los campos alguna vez, ideas de elevación moral, de bondad y de amor?.

No.

Si no nos es posible negar rotundamente su utilidad, si nos es dado afirmar que el periódico no responde a sus fines, no es, bien juzgado, un sembrador de grandes ideas; no ha llevado a ninguna parte la instrucción, la cultura que habría de llevar; ha respondido casi siempre a finalidades negativas, ruines, groseras, de interés para unos, de perjuicio para otros; ha extendido por doquiera la mentira, la ha cultivado; ha hecho generar odios, enemistades, incomprensiones; ha sostenido campañas vergonzosas; ha llevado a la guerra a los pueblos, les ha embrutecido, ha propagado pobres, ridículas concepciones morales; todo el mal, los odios, las desiguladades, las injusticias, han tenido su eco y su defensa en el periódico. En vez de atajar la ignorancia, en lugar de procurar evitarla, la ha aumentado.

Y es todo esto tan contradictorio, tan ilógico y tan absurdo, porque los periódicos cayeron en manos de los hombres que estaban y están interesados en que continúe el mal, el odio, la mentira, las guerras, las desigualdades y las injusticias, pues que sobre todo ese amontonamiento informe y monstruoso de cosas horribles han asentado ellos su triunfo; la ociosa vida que viven; la inútil existencia que arrastran; la pobre y baja moral que entre ellos sustentan.

Ved de que forma, un medio que estaba llamado a remover y transformar el mundo, ha degenerado hasta ser lo contrario, un arma para inmovilizarla, para afirmarlo en sus bases falsas, absurdas y antihumanas.

En tanto que el periódico continúe en manos de los adversarios del progreso, de los que no quieren la evolución y transformación de la sociedad, será una negación. Un sembrador de negaciones; el gran propagador de mentiras; el que extiende los odios y los lleva a todas partes; el que perpetúa la ignorancia.

Si alguna vez pretendió llevar a donde hay ignorancia un poco de luz, fue ahogada aquella luz en el ambiente de tinieblas, de obscuridades.

Sin embargo, esta es la única labor que quedará de los periódicos: la luz que extendieran.

Afirmemos el concepto que tenemos de la labor del periódico; hagamos periódicos de afirmación; llevemos con ellos a todos los rincones la verdad, nuestra verdad, que va contra todas las ignorancias. Y para los periódicos de negación, que los son casi todos, además de nuestra guerra diaria, pensemos que está en nuestras manos la máquina que los hace…

B.


Documento 12

«Valor y misión del periódico», por Galo Diez, Solidaridad Obrera (Bilbao), n.1 (12 oct. 1919), 2

En el corto intervalo de tiempo desde la desaparición de La Lucha hasta la aparición de Solidaridad Obrera, acostumbrado como estaba a comunicarme, por medio de sus columnas, con los camaradas y amigos de la región, me ha parecido que vivía en un país de peor condición aún que el limbo. En un país donde uno se enteraba de las infamias, calumnias y difamaciones que los egoístas y eunucos defensores de la actual sociedad lanzaban contra los bravos luchadores por una sociedad más justa, y de las horribles torturas y persecuciones de que se les hacía objeto por los esbirros encanallados a sueldo de los tiranos, sin tener medios de comunicación para salir al paso de vivos y rufianes, pillos y mal intencionados, o para arrear unos latigazos a los que con entrañas de fiera llevan sanguinarios instintos donde los demás llevan nobles sentimientos.

Durante este tiempo, contemplando el vacío que en las filas proletarias, que en Vizcaya luchan sin empachos legalistas ni cataplasmas políticas, dejó La Lucha he podido apreciar el verdadero valor de un periódico nuestro y para nosotros, he podido convencerme, aún más de lo que estaba, de lo indispensablemente necesario que es: Así como el cuerpo humano no puede vivir sin el alimento cotidiano, así como la vida es imposible sin la savia de la sangre en circulación, ni la máquina se pone en marcha sin el empuje de la fuera motriz, así las colectividades políticas o económicas que no disponen de una hoja, aunque solo sea semanal, donde puedan exponer sus principios, lanzar sus iniciativas y donde defenderse de las embestidas del enemigo o del vecino de enfrente, en una palabra, donde se elabore el pan del espíritu, son fuerzas muertas [nuestras en el original por error tipográfico], o cuando más viven sin que se note su existencia.

¿No veis productores de Vizcaya como cada partido, partidito y partidillo se afana por tener un periódico, desde donde anunciar sus específicos políticos? Es más ¿No habéis observado que cada arribista de esos que de la política ha hecho una profesión, y su único objeto es subir, en cuanto media docena se prestan a reconocerlo como jefe, su primer cuidado es lanzar un periódico, cuyo único objeto sea defender su personalidad? Pues si todos, partidos y hombres, consideran indispensable un periódico para conseguir sus fines, con más razón hemos de considerarlo nosotros que tantas ignorancias y mentiras tenemos que barrer del cerebro de los trabajadores, y que para luchar y triunfar hemos de batirnos contra todo y contra todos.

No podemos negar que el periódico hasta la fecha, salvo contadas excepciones, incluyendo la mayoría, casi la totalidad, de los existentes en el día, han servido para encumbrar y defender a muchos tragones, sinverguenzas, pillos, egoístas y hasta criminales, que desde sus columnas se ha arrojado veneno, bilis y mentiras, que sólo han servido para emponzoñar y atrofiar los cerebros de sus cándidos lectores, que en sus planas han garrapateado muchos periodistas de oficio, que por su mísero sueldo y arrastrando por el fango su dignidad, su hombría y su independencia no han hecho más que adular, fingir, tergiversar y mentir, llegando en no pocas ocasiones al ridículo papel de soplones, confidentes y lameculos.

Pero ¿para esto La Soli, cuyo número primero sale hoy a la palestra? De ninguna manera. Sería preferible cometer con ella un infanticidio matándola en el primer número.

Solidaridad Obrera, será el maestro que con un alto concepto de su misión irá modelando el cerebro de los trabajadores, desbrozándoles de soflamas y embustes mitológicos y abriendo sus puertas a la razón; destronando de los pedestales que su ignorancia levantara, a dioses, reyes o ídolos y colocando en su puesto ciencia, libre examen, criterio propio.

Será el faro que alumbre a los náufragos que se debaten en el tenebroso mar de su ignorancia.

Será el guía que encauzará a los desheredados, que hoy caminan perdidos por los senderos de la religión y la política, por el verdadero camino de su emancipación.

Será el arrogante defensor de todos los desheredados, los vejados, los oprimidos.

Será el don Álvaro. arrancador de caretas, máscaras y antifaces de tanto farsante, hipócrita, pillo y malvado que nos rodea.

En sus columnas serán denunciados cuantos atropellos, injusticias y arbitrariedades se cometan con los trabajadores y se arremeterá sin miedo contra sus autores por muy altos que estén colocados. Se desharán embustes y calumnias, se hará de él un dique que contenga los desmanes de autoridades y burgueses y más de cuatro veces un látigo con el que cruzaremos la dura epidermis de políticos sin decoro, periodistas embusteros y sin dignidad y de sociólogos a sueldo.

Haremos de él el defensor de aquellos a quienes la justicia legislada atrapa en sus redes y la llave de las cancelas presidiarias que liberte a quienes cayeron bajo su peso.

Templará el espíritu de los luchadores, haciéndoles todo lo fuertes que sea necesario, infiltrándoles el virus revolucionario, hasta conseguir que a su empuje se derrumbe esta sociedad egoísta, criminal e injusta en que medianamente vegetamos.

¡Ay de nosotros si no sabemos apreciar su valor! Si no sabemos hacernos dignos de él, si por no saberlo o quererlo sostener se muere en nuestras manos. No seremos dignos de llamarnos creadores.

Galo Díez


Documento 13

«Nuestra prensa y la proyectada Asociación de Periodistas Obreros», por Wolney Solterra, Acción Social Obrera (San Feliu de Guixols), n.35 (9 mar. 1929),2

Si damos una general mirada en el panorama actual de la prensa llamada de izquierda, o revolucionaria, o de lucha de Clases, constataremos la cuasi nulidad de su valor y capacidad de ofensiva frente al bloque potente y mejor orientado de la prensa al servicio de la sociedad actual.

Mejor es, creo, que no nos hagamos ilusiones respecto a nuestra potencia como factor orientador de la pública y voluble opinión.

Tengo el pleno convencimiento de que vivimos muy atrasados en lo que concierne a método periodístico. Nuestra prensa en general es eminentemente ecléctica por razones de esencia y de circunstancias. La mayoría de los periódicos que aparecen, son obra de uno o varios individuos los que, si es verdad que en algún aspecto son de ideas generalmente convergentes, en otros muchos y fundamentales asuntos divergen profundamente. Las razones radican en las respectivas procedencias de escuela.

Sabemos, por experiencia propia, que la mayoría de nosotros somos autodidactas, lo que hace aún más variado el mosaico de los componentes de ciertas redacciones de periódicos.

Luego, hay la errónea interpretación de la libertad de escribir y manifestar el pensamiento, lo que en definitiva conduce fatalmente a que cada uno interprete las necesidades momentáneas a su modo y capricho.

Recuerdo que una vez, hablando con el camarada Eusebio Carbó, sobre lo que a escribir atañe, me manifestó de manera terminante, de que él jamás admitiría ninguna indicación al respecto y sin ambages dijo: «En lo que a escribir respecta, no permitiré jamás que se me ponga la camisa de fuerza» lo que quiere decir en lenguaje claro y terminante, que escribirá lo que se le antoje sin admitir plan común previo alguno.

Y no obstante, tratándose de asuntos relacionados con la colectividad o no importa que grupo o aglomerado, no hay más camino que admitir, una línea de conducta, la que aceptada libremente, debe ser absoluta y fielmente cumplida so pena de faltar a lo más sagrado y sublime que existe: renunciación parcial y abnegación total del individuo consciente, frente a la comunidad compuesta de conscientes o inconscientes individualidades.

El problema así se presenta. El que en tanto que individualista acérrimo y absoluto, quiera ingerirse en los asuntos de la múltiple colectividad, fuerza le es someterse más o menos libremente, pero someterse en gracia a la salud de los demás. Lo contrario es sembrar discordias y falsos conceptos de la lucha.

O individualismo o comunismo. Si lo primero, enhorabuena; si lo segundo, entonces es preciso organizar bien, con método y racionalmente, las fuerzas dispersas que en pro de tal o cual bando luchan y están dispuestos a lo que fuere.

Y la «Asociación de P. Obreros», podría organizar metódicamente tales actividades, las que, a no dudarlo, redundarían provechosamente en favor del movimiento que en favor de las masas irredentes dibujase en el brumoso horizonte político-social en la actualidad.

Nunca más que ahora se podría poner en inmediata práctica el axioma de «cada uno según sus capacidades»…

Dentro de la «Asociación» se formaría por natural y lógica atracción de mutuas afinidades, los grupos que precisos fueran.

Los que son de tendencia eminentemente idealista, dedicarse podrían a tal meritoria labor.

Otros, amantes de la precisión, y concreción cultivarían la estadística exacta y la síntesis razonada. La literatura de vanguardia, sin duda encontraría fervientes cultores. La historia Proletaria podría asimismo merecer ser debidamente atendida. Y cada cual según sus preferencias y disposiciones daría su fruto en honor de la causa común.

Que así lo espera

Wolney Solterra

Nota adicionada - En verdad que me han sumamente sorprendido las dos notas de los camaradas A. Gibanel Y J. Peiró, refiriendose a la propuesta A. de P. Obreros.
Pretendo no desconocer en absoluto la mentalidad psicológica e idiosincrasia, de la colectividad que a nuestra prensa lee. Y por consecuencia sé el poderoso influjo que los mencionados camaradas sobre tal multitud ejercen lo que no lo dudo, será suficiente para que la mayoría de ellos se pronuncien en el sentido que lo han hecho los ya mencionados camaradas, es lamentable, pero así es.
Lo que me extraña en el amigo J. Peiró es el juicio (casi) que da de tal propuesta desconociendo las razones que en su favor pienso aportar.
En cuanto al camarada Gibanel también me causó extrañeza y pesar su "Chinita" (sin acrimonias).
Solo al tiempo se remite. - W. S.


Documento 14

«La propaganda i l’idioma», por J. Serra Demestre, El Sembrador (Igualada), A.III,
n.74 (30 jul. 1932), 1

El Sembrador - ens diu un bon amic - vol esdevenir periòdic redactat en català propagandor de les nostres idees. L’intent dels companys d’Igualada enclou un pensament que posa damunt de taula, novament, la discussió arran de les formes i matització de la propaganda.

Tothom accepta, en els nostres mitjos, la difusiò de la idea llibertària dins les formes literàries que l’imaginació de l’home ha creat. Des de l’article periodistic fins al llibre doctrinari, passant per la novel.la, el teatre, la poesia i el follet d’orientació, ningú té res a dir de que aquests mitjos de cultura siguin emprats pels nostres propagandistes, per tal d’imprimir- los-hi la sava de les nostres concepcions i
donar-els-hi el caient humanissim de les idees que defensen.

En el que no s’està d’acord, en el que es manifesta alguna volta la discrepància, és quan sorgeix la discussió al voltant de la varietat idomática que, vulgues o no, és un fet palès i que per tant ens cal acceptar, transformant- lo en factor inicial de la nostra propaganda. Hi ha companys que, al nostre entendre, posseidors d’una visió primària en aquesta qüestió, i tal vegada empenyüts inconscientment per un prejudici, interpreten l’emprament dels idiomes de radir d’acció petit en els nostres coses; com una forma encoberta de nacionalisme. Els que aixi opinen parteixen del principi segons el qual el fet llingüistic constitueix en si una afirmació de nacionalitat. Per a nosaltres l’idioma és solament l’instrument que el poble voluntària o involutàriament s’ha creat i que posa en relació llurs components. L’afirmació nacionalista no la constitueix l’idioma, sinó l’explotació interessada que alguns subjectes fan, del llaç de solidaritat que naturalment crea el parlar la mateixa llengua.

Si per a la propaganda de les nostres idees, essent com són d’universalisme, haguessim de rebutjar els idiomes que, pel dir dels nostres contradictors, constitueixen la rel nacionalista, no ens veuriem obligats a abandonar-ne bona part-per no dir tots- dels existents? Si pretenenim unificar la propaganda en un sol idioma universal, no seria limitar- la i reduri- la a la més mínima expressió? Si universalisme és varietat i multiplicitat, per què hem d’entestar-nos volent fer-ne cosa única i unilateral?.

Cal que d’una vegada ens decidim a resoldre tots aquells problemes d’orientació ideològica, que per incomprensió, per deixadesa i per mandra no tenim i podriem ja de temps tenir solucionats. Un d’aquests problemes és el de les llengües. I, en el cas present, el de la propaganda de les nostres idees en català.

Els que vivim a Catalunya i que, a més de les nostres coses, seguim el ritme de l’evolució espiritual que d’alguns anys s’opera en aquest pais, sabem que les publicacions de llibres, revistes, follets i periòdics han augmentat considerablement. Veiem que tot el que es publica, apart d’alguna novel.la i algún fascicle comunista, és d’un caient marcadament reaccionari. Totes les idees i tendències autoritàries venen difonent-se en llengua vernàcula. I es dòna el cas paradoxal que nosaltres, que pretenenm constituir l’avantguarda de les idees, estem en aquest aspecte de la propaganda gairebé desplaçats.

Algú potser objectará que són molts els milers d’exemplars de periòdics i llibres llibertaris escrits en castellà que es veuen a Catalunya, i que per tant, el problema que plantegem existeix tant sols a la nostra imaginació. No serem pas nosaltres els qui negarem que el simpatitzant a les nostres idees cerca llur orientació i perfeccionament en els llibres i periòdics que troba sense fer distinció de l’idioma en que estan publicats. Però si cal dir, que la simpatia envers les nostres idees pot introduir-se per totes les portes obertes. I det que a fi de comptes es tracta, és de no tenir-ne cap de tancada.

Només voldriem que l’esforç de El Sembrador trobés entre nosaltres un ambient de comprensió, perquè el seu intent sigui tan sols el pròleg de realitzacions més vastes en profit de les nostres idees de llibertat i justicia.

J. Serra Demestre


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