El nacimiento de la CNT marcó un viraje decisivo en el desarrollo de una parte del movimiento obrero. Se creó una estructura organizativa en la cual confluyeron viejas teorías internacionalistas con los modernos postulados del sindicalismo revolucionario. Su progresiva consolidación y el apoyo cada vez más entusiasta que le prestaron los anarquistas la hicieron depositaria de unas ideas revolucionarias que venían manifestándose desde el siglo anterior.
Pese a la masiva propaganda que los anarco-comunistas habían ido desarrollando, desde la segunda mitad de la década de los ochenta del siglo XIX, en contra de la organización en general, pero sobre todo de una organización excesivamente estructurada, parecía que al fin se había encontrado la fórmula correcta de funcionamiento.
Señalemos, sin embargo, que inicialmente una parte importante del movimiento anarquista se mostró reticente e incluso manifestó su oposición a las nuevas estructuras. Pero esta oposición desapareció casi por completo a partir de 1918 [965].
A medida que los sindicatos integrantes de la Confederación se afirmaban, surgía la necesidad de contar con órganos propios en la prensa para cubrir sus necesidades de información, propaganda, coordinación, debate y punto de referencia obligado en la órbita de la ideología cenetista.
De este modo comenzaron a aparecer en casi toda la geografía nacional periódicos que serían la expresión directa del órgano confederal que lo inspiraba fuera éste un sindicato, una federación local o una confederación regional.
El modelo al que todos ellos se ciñeron fue Solidaridad Obrera de Barcelona, el cual recogió las experiencias de años de lucha y creó en su torno una aureola mítica, acabando por convertirse en la expresión máxima de las aspiraciones proletarias.
En cada localidad las diferencias vinieron marcadas por su propia evolución, llegando a tener en cada lugar características muy definidas. La estructura federalista y autónoma de que la CNT se dotó, posibilitó tanto la diferencia como la sujeción a los modelos, sin que ello quiera decir que había que seguir una determinada trayectoria prefijada de antemano.
En líneas generales, esta prensa sindicalista tenía la posibilidad de una mayor supervivencia, consecuencia directa de un mayor apoyo y de una mejor red de distribución a través de los sindicatos. Aunque en última instancia todo dependía de la fuerza de éstos y de su consolidación. Y también, naturalmente, de la represión que en todo momento fue una constante en la CNT.
6.2.1/ Los órganos de los sindicatos
Con la constitución de la Federación Local «Solidaridad Obrera»en Barcelona se inició un proceso cuyas repercusiones en el resto del país fueron en un primer momento muy escasas. Hasta la constitución de la CNT - es decir, entre 1907 y 1910 - se registran muy pocos portavoces de sociedades obreras de tendencia anarquista. Además con la particularidad de que la mayor parte de ellos aparecieron en la provincia de Barcelona. Podemos, pues, afirmar con toda seguridad que sobre ésta recayó el peso de la propaganda, la organización y la coordinación de la misma durante los primeros años.
Aparte de los periódicos que todavía continuaban en la brecha como El Porvenir del Obrero, de Mahón; La Voz del Cantero, de Madrid; La Cuña (que aparecía en la localidad donde residía el comité de la federación de carpinteros en cada momento) o El Trabajo de Sabadell [966], algunas otras sociedades obreras se sumaron a la labor propagandística.
En septiembre de 1907 apareció en Tarrasa La Voz del Pueblo, eficaz colaborador de Solidaridad Obrera en las tareas organizativas del elemento obrero en la comarca. Suspendido a raíz de la Semana Trágica, reapareció en febrero de 1910, como 2ª época, continuando la misma trayectoria:
«La Voz del Pueblo vuelve a su tarea con los ánimos que antes estaba (…) combatirá más de lo que se oponga al triunfo del sindicalismo obrero, a todo y a todos los que se opongan a los derechos de libertad adquiridos por nuestros antepasados y a los que nosotros tenemos el derecho de conquistar. [967]»
La huelga general de 1911 le afectó ligeramente al obligarle a suspender por dos meses. Cuando en diciembre de 1913, Solidaridad Obrera - algunos meses después de su reaparición - empezó a plantearse su conversión en diario [968], La Voz del Pueblo se sumó sin reservas a la iniciativa y suspendió definitivamente sus publicaciones en apoyo de ésta [969]
Igualada, población que como sabemos tenía una larga tradición societaria, pronto plasmaría sus inquietudes en el estadio de la prensa, iniciando el 1 de mayo de 1909 la publicación de El Obrero Moderno, «órgano de las sociedades obreras de la comarca».
Pese a las irregularidades en su aparición - fue suspendido en algunas ocasiones y entre octubre de 1910 y enero de 1914 no apareció un solo número - llevó a cabo una buena labor propagandística. De todos modos no faltaron duras críticas al periódico por parte de los anarquistas y sobre todo a Juan Ferrer, su principal responsable [970].
En marzo de 1918, dimite en pleno la redacción «por causas que nos reservamos exponer en asamblea de directivas si a ella se nos llama. [971]». Con toda probabilidad esto significó su muerte.
En Villafranca los núcleos obreros organizados en sociedades de resistencia, editaron La Voz del Obrero en octubre de 1908, seguido de La Voz del Proletario, pero no logró estabilizarse.
Saliendo de Barcelona y haciendo un recorrido por la geografía española, el panorama que se nos ofrece en cuanto a órganos periodísticos de sindicatos obreros de tendencia anarquista se refiere, es francamente desolador.
Humanidad de Toledo que comenzó a publicarse en diciembre de 1907 [972], auspiciado por los grupos anarquistas integrados en el centro de sociedades obreras, aparece como una solitaria flor en medio del desierto propagandístico toledano.
En Cádiz apareció - en septiembre de 1907 - una 2ª época de La Voz del Obrero del Mar, con el propósito de reconstruir la disuelta y desunida Sociedad de fogoneros y marineros. Duró poco más de un año.
Nueva Aurora de Málaga «quería resucitar el floreciente tiempo de El Faro de Andalucía, potente Federación de sociedades de resistencia que cobijaba en su seno a casi todo el proletariado de Andalucía. [973]». Su aparición en junio de 1909 se vio truncada a causa de los hechos de «La Semana Trágica» de Barcelona, desapareciendo después del segundo número, probablemente por este motivo.
Por último en Logroño un periódico obrero extremadamente efímero, aparecido en abril de 1908, El Trabajo - del que no conocemos ejemplares - quería, por su parte, contribuir a los trabajos de reorganización obrera [974].
La constitución de la CNT en 1910 no significó de forma inmediata su extensión al resto del país. Su puesta fuera de la ley cuando apenas contaba con un año de vida paralizó momentáneamente los trabajos de organización.
Su reconstrucción fue muy desigual en toda España. Se inició antes allí donde ya existía previamente un fuerte núcleo organizado en sindicatos de oficio. Naturalmente ese lugar era Cataluña. Más adelante analizamos con detalle el proceso de reorganización en esa región al analizar el desarrollo de su órgano en la prensa.
Por cuanto hace referencia al resto de regiones, aunque probablemente se trabajaba en ese sentido allí donde había condiciones para hacerlo, los resultados no serían efectivos antes de 1915 [975].
En Zaragoza había comenzado a publicarse en 1910, La Aurora Social, «órgano de la Federación Local de Sociedades Obreras». Prolongó su labor durante un año, desapareciendo por causas que de momento nos son desconocidas [976].
En 1913 - agosto - apareció por primera vez la cabecera tradicional de la región de Aragón, Cultura y Acción [977], llamada a ser con el tiempo el portavoz de la Confederación de Aragón, Rioja y Navarra. En esta primera aparición era portavoz del Centro de Estudios Sociales y Juventud Obrera de Zaragoza [978].
Desgraciadamente ningún ejemplar nos ha llegado de este periódico, pero podemos suponer sin temor a equivocarnos que llevaría a cabo una intensa labor de organización de las dispersas fuerzas obreras y campesinas de la región.
Igual podemos decir de El Látigo de Baracaldo, aparecido por primera vez en septiembre de 1912 para preparar el terreno de la reorganización obrera en el país Vasco. Este periódico - como ocurrirá frecuentemente - fue además órgano de los grupos libertarios y así lo especificaron en el subtítulo a partir de febrero de 1913. Desapareció a principios de 1914 por razones económicas, siendo sustituido un año más tarde por La Lucha a iniciativa de las sociedades de peones y mineros de Bilbao [979]
Al parecer acentuó este periódico su carácter sindicalista revolucionario, sin que los grupos anarquistas perdieran su influencia en el mismo. Fue el antecedente directo de Solidaridad Obrera de esa misma ciudad.
En la región murciana, los núcleos de población mejor organizados eran, lógicamente, Cartagena con un censo obrero bastante importante y las vecinas localidades de La Unión o Llano del Beal, con una población minera relativamente numerosa. En La Unión comenzó a editarse en octubre de 1913 El Despertar del Obrero como órgano de las sociedades obreras de La Unión y Cartagena y en esta última ciudad en febrero del año siguiente Acción Directa, mucho más influido por los grupos anarquistas:
«Proclamamos nosotros la acción directa, para lo que comenzaremos con una activa propaganda (…) a la vez que encaminaremos nuestros esfuerzos al apresuramiento de la gran revolución social… [980]»
Esta última publicación fue sustituida, en diciembre de 1914, por la 2ª época de El Despertar del Obrero que vería la luz en Llano del Beal, esta vez como órgano de la Federación de Sociedades Obreras de la provincia de Murcia [981].
En Galicia, las sociedades obreras habían dado vida en 1910 a La Voz del Obrero. Importante publicación de vida dilatada que cubrió perfectamente los años críticos de la reorganización cenetista.
Los núcleos gallegos de tendencia anarquista fueron siempre muy importantes y dieron muestras de una gran capacidad de organización. En El Ferrol apareció en 1912 Luz al Obrero y un año más tarde La Batalla Sindicalista. No es extraño, pues, que fuera esta localidad el lugar designado para celebrar la Conferencia Internacional por la paz en abril de 1915 que al ser prohibida, se convirtió en una asamblea obrera de carácter sindicalista, acordándose en la misma la reorganización de la CNT y que el Comité residiera en Barcelona [982].
En la región levantina únicamente la provincia alicantina se mostró activa en este período, sobre todo Alcoy. En Valencia habría que esperar hasta 1918 para ver aparecer La Guerra Social por iniciativa de Carbó, iniciándose de esta forma los trabajos de reconstrucción.
En Palma de Mallorca apareció en abril de 1912 El Rayo iniciando los trabajos de reorganización del sindicalismo anarquista, antecedente directo de la cabecera Cultura Obrera. El Rayo apareció como periódico sindicalista de carácter genérico:
«Nuestro semanario, portavoz de los oprimidos, viene a la pelea para luchar y quitar los obstáculos puestos por privilegiados en el camino de la emancipación. [983]»
Pero dos años más tarde - en enero de 1914 - se transformó en órgano de la Federación Regional de las Baleares «Solidaridad Obrera» [984]. La influencia de los anarcosindicalistas en la isla sería decisiva después de finalizada la guerra europea [985]
Por lo que respecta a Andalucía, aparecieron pocos órganos de propaganda periódica a pesar de la intensa actividad que se registró en toda la región en esos años, sobre todo por parte de los campesinos, quienes constituyeron una Federación Nacional de Agricultores en el congreso de Córdoba de abril de 1913 [986].
Podemos señalar Regeneración Obrera de Ecija, aparecido a finales de 1912; Acción Obrera de Málaga en agosto de 1916; Acción Ferroviaria de Huelva en 1913; El Obrero de Calañas, a finales de ese año o El Rebelde de Linares, en junio de 1915, entre otros. Todos ellos generalmente de vida muy efímera.
Igual podríamos decir de Canarias. Después de la intensa actividad desplegada por los anarquistas y las sociedades obreras por ellos influidas en la primera década del siglo, la represión frustraría el desarrollo en este sentido. La reorganización obrera canaria a partir de 1912 y 1913, animada por los republicanos del Partido Federal, contaría con una gran influencia por parte de éstos [987]. Esta influencia republicana sería progresivamente desplazada por el social-sindicalismo en Gran Canaria a partir de 1919 y por el anarco-sindicalismo en Santa Cruz de Tenerife desde ese mismo año [988].
6.2.2/ La prensa de las organizaciones campesinas
Las organizaciones campesinas alcanzaron, durante las dos fases de la Internacional pública en España - 1869/1874 y 1881/1888 - un desarrollo considerable. La Unión de Trabajadores del Campo (UTC) reunía en su seno un elevado número de sociedades campesinas, en su mayor parte jornaleros andaluces. Sin embargo - si exceptuemos el corto período de tiempo en que La Autonomía fue su portavoz oficial [989] - carecieron de órgano periodístico propio.
La intensa represión que conoció el campo andaluz en la década de los ochenta, unida a la disolución de la FTRE en 1888, dejó desorganizados a los campesinos. Con el comienzo del nuevo siglo y coincidiendo con el resurgir del movimiento obrero, los campesinos andaluces comienzan también un proceso de reorganización de sus disueltas sociedades.
Empiezan a aparecer periódicos portavoces de esta o aquella agrupación campesina. La Voz del Campesino de Jerez apareció en marzo de 1903; refundido con El Proletario de Cádiz, auspició la aparición de Germinal en esta última ciudad. En mayo de ese mismo año vio la luz El Despertar del Terruño en La Línea y aproximadamente por las mismas fechas se dio vida en Morón a La Voz del Terruño. Todos ellos tuvieron como característica común su corta vida.
El impulso definitivo para que la organización campesina fuese un hecho lo suministró la constitución de la CNT. En este caso la disolución de esta organización en 1911 no afectó a los trabajos que se realizaban para convertir en realidad la Federación de Agricultores.
Efectivamente en 1913 se convocó a un congreso de campesinos [990] que tuvo lugar en Córdoba del 17 al 20 de abril [991]. En él se creó la Federación Nacional de Agricultores (FNA) y se hizo pública profesión de fe sindicalista. «Que dentro del seno de dichas Sociedades solo se puede hacer labor social o sindicalista [992]». En la sesión del día 19, «después de varias proposiciones se acuerda hacer un periódico titulado La Voz del Campesino - “La tierra es del que la trabaja”, que sea impreso en Barcelona, subvencionado por las Sociedades, según sus fondos y socios. [993]»
El periódico apareció el 15 de noviembre de ese año, editado en Sans. A finales de julio del año siguiente fue trasladado a Valls, donde siguió editándose hasta su desaparición en abril de 1916 [994].
Apenas reiniciadas sus publicaciones el 15 de noviembre, se reúne el IV congreso de la Federación [996]. Uno de los temas a tratar - el 12º - era el referente a la conveniencia de abolir La Voz del Campesino, toda vez que Solidaridad Obrera salía diario y que éste dedicara dos páginas semanales a los trabajadores agrícolas. Presentado el dictamen de la ponencia favorable a la abolición «a fin de dar más fuerza y vida al diario Solidaridad Obrera», éste es aprobado después de larga discusión [997].
Como afirmaba Diego Martínez, representante del Consejo Federal, en la sesión inaugural del V congreso de la FNA, celebrado en Zaragoza [998], «cuando más marcado y rápido ha sido el descenso en esta organización es a partir del congreso de Villanueva y Geltrú y de la suspensión de su órgano La Voz del Campesino [999]». Por ello se habían reiniciado sus publicaciones con bastante fortuna.
Arreciaba en esos momentos la actividad de los intervencionistas para que España entrase en guerra al lado de los aliados. Aprovechando el marco del congreso de Zaragoza antes aludido, los campesinos, tras larga discusión acordaron que La Voz del Campesino hiciera campaña en contra de la misma «y en caso de que las autoridades traten de impedir su publicación, que se recurra a todos los medios posibles para que no se interrumpa su salida, incluso a variarle el nombre; y si a pesar de todo fuese perseguido en la localidad en que está, que se traslade su residencia, encargándose, si llega ese extremo, de su redacción provisionalmente El Baluarte Obrero. [1000]»
Aún celebró la FNA un último congreso - el VI - que tuvo lugar en Valencia entre el 25 y el 27 de diciembre de 1918. Este congreso marcó el apogeo de la organización campesina; estuvieron representadas 99 secciones con 25 092 asociados, por 57 delegados [1001].
Entre sus acuerdos destaca por su importancia la adhesión en bloque de la FNA a la CNT, aunque la Federación continuaría funcionando en tanto no se celebrase el proyectado congreso de la Confederación. Si en él se resolvía disolver las demás federaciones de oficio, entonces se procedería a disolver la de agricultores. Ante esto pasó a discutirse la conveniencia de seguir publicando La Voz del Campesino; tras larguísima discusión se acordó que continuara, en tanto siguiera en funcionamiento la FNA. Al mismo tiempo se decidió que tanto la Federación como su órgano continuaran en Jerez hasta la celebración del congreso confederal y si en éste se acordaba que continuara existiendo la Federación, fuesen trasladados ésta y el periódico a Pedralva [1002].
Aunque no podemos asegurarlo con toda certeza, es muy probable que La Voz del Campesino fuera suspendido a raíz de la política represiva del gobierno a comienzos del año 1919. Sin embargo volvería a reaparecer durante unos meses de ese año para desaparecer definitivamente en septiembre [1003]. Los campesinos organizados en la CNT ya no volverían a tener órgano propio hasta después de proclamada la II República [1004].