El traslado del diario Solidaridad Obrera a Valencia se tropezó con muchísimas dificultades iniciales. Un grupo de militantes barceloneses se desplazó a esa ciudad con el fin de realizar los trabajos previos para asegurar la salida del cotidiano.
Eusebio Carbó editaba desde hacía un año el periódico La Guerra Social que había aglutinado a su alrededor un grupo de anarcosindicalistas valencianos trabajando activamente en la propaganda y la extensión de la CNT en la región levantina [1145].
Esta circunstancia favoreció los contactos previos. Carbó y Domingo Torres, junto con otros militantes, ayudados por los sindicalistas barceloneses se pusieron de inmediato manos a la obra. Después de anunciarlo por medio de pasquines pegados en las esquinas, el 25 de febrero se lanzaba el primer número del diario [1146], con dos días de retraso sobre la fecha prevista por dificultades con la imprenta [1147].
La aparición de Solidaridad Obrera en Valencia tuvo repercusiones inmediatas y fue el factor principal de la expansión de la CNT en el país valenciano. Peleó en varios frentes, pero dos fueron los principales: En favor de las huelgas y contra la represión que adquirió tintes dramáticos con el gobernador civil Rafael Durán, por un lado y por otro contra el paternalismo burgués del populismo blasquista - especie de lerrouxismo autóctono - encarnado en su órgano oficial El Pueblo y su director Félix Azzati. En efecto, en vista de que la propaganda anarcosindicalista amenazaba con disminuir de forma significativa su clientela electoral, este diario no dudó en lanzar campañas difamatorias contra el órgano cenetista o contra sus militantes [1148].
Sin embargo, superando todas las dificultades, Solidaridad Obrera de Valencia llegó a publicar entre 1919 y 1923, 355 números [1149]. Con toda probabilidad se haría cargo de la dirección Eusebio Carbó, figurando como redactores, entre otros, Gallego Crespo y Domingo Torres. La redacción y administración se instaló en la calle de los Ángeles, 8, 1º, sede del Centro Obrero y «punto de atracción del nuevo movimiento empírico» [1150]. No obstante, Díaz del Moral [1151] afirma que el director fue Gallego Crespo, quien había dirigido hasta entonces Acción Solidaria de Sevilla.
En el primer número la redacción insertó un amplio editorial en el que exponían cuales iban a ser sus propósitos con la publicación del diario [1152]:
Anuncian gran entusiasmo en la aparición a pesar de las dificultades de los tiempos y con los siguientes objetivos:
1º) Soli solo defiende los intereses de los trabajadores
2º) Que las informaciones tendenciosas que recoge la prensa diaria se rechace por su internacionalismo
3º) Que las declaraciones de elementos ajenos a la organización ofreciendo esta a nuestros enemigos (y aquí incluye a regionalistas, separatistas, etc.) se rechacen…
La huelga general que estalló en Barcelona como consecuencia de no haberse cumplido los acuerdos tomados a raíz de la negociación de la huelga de «La Canadiense», iba a tener en Valencia trágicas consecuencias [1153].
En esta ciudad se recibió en el gobierno civil el martes día 25 de marzo por la tarde un telegrama dando cuenta de la suspensión de garantías en toda España. Inmediatamente el gobernador ordenó la suspensión de todas las reuniones obreras convocadas para aquel día y la clausura de los centros obreros, incluso la Casa del Pueblo. Fueron detenidos y encarcelados varios miembros pertenecientes a las directivas de las sociedades obreras y se dio orden de practicar otras muchas detenciones. Fue suspendida por orden gubernativa la publicación de la prensa obrera. La gran indignación que todos estos hechos provocaron hizo que fuese declarada la huelga general [1154].
Los periódicos dejaron de aparecer ya el 26 y este día la huelga general fue prácticamente absoluta, al mismo tiempo que se producían algunos incidentes que desembocaron en un asalto general a los comercios [1155]. A las doce de la mañana de ese mismo día el gobernador civil Rengifo se declaró impotente para controlar la situación, conferenciando con el capitán general Palancas, quien asumió el poder declarando el estado de guerra y haciendo que se tomaran los puntos estratégicos.
Continuaron las detenciones en los días sucesivos. Después de ocho días de huelga total en la ciudad de Valencia, el miércoles día 2 de abril se acordó la vuelta al trabajo, pero el estado de guerra no fue levantado hasta el día siete. No obstante, las garantías siguieron suspendidas y la prensa sometida a la previa censura gubernativa [1156].
Las experiencias de la lucha desarrollada en esta cruenta huelga intensificaron los trabajos encaminados a favorecer el desenvolvimiento del sindicalismo cenetista. La afiliación aumentó sin cesar y en los llamados poblados marítimos se creó una potente organización. De ella surgió el sindicato del Transporte, uno de los más importantes de la CNT valenciana.
Este desarrollo de la organización confederal no pasó desapercibido para los atentos vigilantes de la burguesía. Las Provincias lanzó casi inmediatamente la voz de alarma:
«Todos cuantos tienen algún contacto o relación con la clase obrera de Valencia habrán podido notar el gran movimiento societario que la agita, especialmente desde primeros del año actual. [1157]»
El mal venía de la Cataluña anárquica «debido a los elementos sindicalistas, procedentes en su mayoría de Barcelona, que se han instalado en nuestra ciudad para implantar la organización obrera que tan magníficos resultados ha producido en la vecina ciudad condal. [1158]»
Contra este inminente peligro la única solución era, sin duda, la unión de la clase patronal recomendada insistentemente por el articulista. «El Fomento Industrial y Mercantil, la Cámara de Comercio y la Unión Gremial son las sociedades más indicadas por su respetabilidad e intereses que representan para evitar el peligro que amenaza a nuestra industria. [1159]»
La alarma estaba fundada. Consolidado el sindicato del Transporte, domiciliado en el Grao, presentó unas bases, que renovaban los contratos de trabajo existentes hasta entonces, a las fábricas de abonos químicos. Todas las aceptaron menos la Unión Española de Superfosfatos [1160]. Su representante en Valencia, el abogado Miguel Gálvez, rechazó de plano dichas condiciones, despidiendo a todos los obreros sindicados.
La respuesta fue inmediata, declarándose la huelga en dicha fábrica el 13 de mayo [1161]. El encono de la dirección iba a someter al recién creado sindicato de transportes y a la organización confederal valenciana a una intensa prueba de fuego. En esta lucha fueron empleados todos los procedimientos. Primeramente las huelgas solidarias en fábricas afines hasta llegar a la huelga general del transporte. Influidos por la reciente huelga de «La Canadiense» en Barcelona, se intentó la huelga general solidaria que paralizara Valencia completamente, con el fin de reducir a la dirección de la empresa. Sin embargo, a pesar de todos los esfuerzos, la represión impidió que llegara a consumarse.
La continuidad de la huelga movió a Unión Española a contratar esquiroles reclutados entre los sindicatos católicos, muy poderosos en el campo valenciano. Como respuesta del sindicato se acordó la huelga general del transporte [1162]. Unas primeras bases de arreglo a mediados de junio fueron rechazadas por los obreros en la Asamblea del Teatro Serrano acordando la continuación de la huelga.
Como consecuencia la represión se intensificó, Solidaridad Obrera fue suspendida a partir del 16 de junio y varios obreros fueron deportados a Cuenca. Eusebio Carbo, director del periódico fue encarcelado y deportado a Teruel [1163], además de producirse masivas detenciones de sindicalistas.
El gobernador civil de Valencia en esos momentos era Rafael Durán, más conocido por «el extremeño» [1164]. Puso todo su empeño en impedir el crecimiento del sindicalismo cenetista y por lo que hace referencia a la huelga de Unión Española, apoyó sin reservas a la empresa.
Ante la imposibilidad de conseguir la huelga general en Valencia, se entablaron negociaciones para resolver la huelga del puerto de Valencia que duraba ya varias semanas. Se concluyó un principio de acuerdo en los primeros días de julio suscrito por los principales representantes de la patronal del puerto y por Vicente Maiques, presidente de la Cámara del Comercio. Las bases de arreglo consistieron básicamente en: Libertad inmediata de todos los detenidos, incluso de los dos expulsados a Cuenca (Franco García y Francisco Domínguez, de la fábrica Unión Española): no ejercer a la vuelta al trabajo represalias; levantar la clausura de la Casa del Pueblo; reanudar la publicación de Solidaridad Obrera y respetar el boicot de la Unión Española [1165].
Los acuerdos se cumplieron puntualmente lo cual suponía un triunfo para la CNT valenciana y un aumento de su prestigio entre los trabajadores valencianos. Pero al mismo tiempo implicaba un aumento de la presión policial sobre la organización. Solidaridad Obrera se tropezó siempre con numerosos obstáculos y la censura fue en todo momento una espada de Damocles suspendida sobre su cabeza. El día 10 de julio - al poco de su reaparición - la policía se personó en la imprenta donde se editaba e impidió que fuera puesta a la venta, en tanto no viniera un permiso del gobernador. Estos abusos estaban a la orden del día por parte de las autoridades y como decía el periódico:
«creemos que cuando la policía salta por encima de la ley nos enseña el camino a comenzar. [1166]»
Las huelgas se multiplicaron en Valencia, como en el resto del país, en aquel año 1919: panaderos, ebanistas, metalúrgicos y también los trabajadores del campo se sumaron a la lucha auspiciados por la CNT levantina.
La situación en la fábrica Unión Española de Superfosfatos, sometida a un estricto boicot por parte de la clase obrera anarcosindicalista y los patronos, era a duras penas sostenible. Las agresiones a los esquiroles que continuaban trabajando en ella se hicieron cada vez más frecuentes. Hasta desembocar en el atentado del 5 de agosto que costó la vida a tres de ellos, hecho ocurrido en el antiguo camino del grao. La CNT fue acusada del mismo y se practicaron numerosas detenciones [1167].
El diario fue también suspendido, aunque reapareció algunos días después [1168], pero fue de nuevo suspendido arbitrariamente por órdenes directas del gobernador civil a finales de ese mes. Los redactores y simpatizantes del periódico obrero acordaron que no apareciera ningún otro diario en tanto no se levantara la suspensión de aquél. Recorriendo talleres e imprentas lograron que el día 2 de septiembre amaneciera sin diarios, excepto Diario de Valencia, pero los esfuerzos se revelaron infructuosos y el diario de la Confederación no volvería a aparecer hasta julio del año siguiente.
En esta atmósfera represiva se celebró en los tres primeros días del mes de diciembre el I Congreso de la recién constituida Confederación Regional Levantina, que incluía también a Murcia y Albacete. Según Tomás Cano Ruiz, asistieron entre 65 y 70 delegados representando a 142 943 trabajadores, adoptándose una línea similar a la trazada por el Congreso de Sants del año anterior [1169].
En julio de 1920 reapareció Solidaridad Obrera, después de haberse realizado intensos esfuerzos en su favor [1170]. Corta iba a ser, sin embargo, esta nueva etapa del diario. El día 4 de agosto, el tristemente célebre gobernador civil que fue de Sevilla y Barcelona, Maestre Laborde, conde de Salvatierra, fue abatido a tiros en el cruce de la vía férrea de la Avenida del Puerto de la ciudad del Turia, mientras paseaba en carruaje con su esposa y su cuñada. De resultas del atentado murió el propio Maestre Laborde y su cuñada, quedando su esposa gravemente herida. De nuevo la organización fue procesada, sus centros fueron clausurados y se suspendió toda actividad sindical. Al propio tiempo el diario confederal fue suprimido radicalmente [1171].
Eusebio Carbó había llegado a alcanzar tal significación y las condiciones de represión eran tan violentas, que cuando los árboles del Paseo de la Alameda movían sus ramajes, mecidos por la suave brisa de la huerta valenciana, aquél era encarcelado. El activo militante anarcosindicalista se había convertido en una especie de bestia negra del gobernador civil.
Esta nueva suspensión del diario Solidaridad Obrera - la más larga de todas - se prolongó hasta el restablecimiento de las garantías constitucionales en abril de 1922. En estas condiciones de total paralización de la actividad confederal en Valencia, iban a tomar el relevo de la propaganda cenetista los grupos anarquistas de una de las ciudades más activas e industrializadas de la provincia de Alicante: Alcoy.
Esta ciudad remonta sus orígenes industriales al siglo XVI, siendo su industria más antigua la textil. Durante dicho siglo se introdujeron algunas manufacturas como la Fábrica de Paños y en 1590 se creó el gremio de tejedores [1172].
El auge de esta industria y la introducción de la de papel en el siglo XVIII hicieron que Alcoy perdiese definitivamente su condición de ciudad agrícola. Entre otras muchas razones de índole económico-social (como los escasos recursos agrícolas, o la tradición artesanal heredada de los árabes), el incremento industrial se vio favorecido por la facilidad en el aprovechamiento de la energía hidráulica [1173].
Todo esto hizo que Alcoy fuera una de las pocas ciudades de la región valenciana que vivió la revolución industrial, lo cual determinó profundamente su paisaje urbano y su estratificación social. Efectivamente en Alcoy fue la industria el motor decisivo de su economía y ello dio lugar al temprano desarrollo de una clase obrera que se nutrió de las aportaciones de las poblaciones de la comarca en un primer momento y que recibió más tarde en su seno una importante inmigración proveniente de Andalucía, La Mancha o Castilla [1174].
Una buena parte de este movimiento obrero se organizó en la I Internacional, formando ya desde aquellos lejanos tiempos un fuerte bastión anarquista. Salvo períodos de recesión importantes que afectaban a la clase obrera en general, desplegó una gran actividad organizativa y combativa. Naturalmente las secciones más importantes las formaban los trabajadores del textil, la rama industrial más desarrollada de la ciudad, encuadrada en la Federación del Arte Textil.
Su actividad propagandística fue, asimismo, importante con la edición de periódicos (El Jornalero y El Clamor del Oprimit en el siglo XIX;Humanidad a principios de siglo). Con la fundación de la CNT se renovaron las actividades de los obreros alcoyanos; en 1912 surgió El Selfactinero, órgano de la sociedad de «Hiladores mecánicos y a mano». Cuatro años más tarde un grupo de obreros textiles inició la publicación de La Fuerza [1175], primero órgano de las sociedades obreras y en su reaparición después de una forzada suspensión de tres meses y medio [1176], órgano del Arte Textil.
Varios años más tarde el grupo «Comunista Libertario» fundó el periódico del mismo nombre, órgano de la Federación Anarquista y de los S.U. de la provincia. Aparecía así por primera vez un periódico con intenciones de servir de eje aglutinador tanto del movimiento anarquista como del movimiento cenetista.
Ante la situación de represión e incertidumbre que reinaba en Valencia, el grupo «Labor Anarquista» de esa ciudad lanzó un manifiesto en el que después de hacer una valoración del estado de cosas en esos momentos, proponía: 1º) Realizar la unión de todos los grupos constituidos en la región para que lo antes posible fuera un hecho la «Federación de Grupos Anarquistas de Levante»; 2º) Llevar a cabo intensas campañas de propaganda por todos los pueblos de la región y 3º) Prepararse de común acuerdo para la celebración del proyectado Congreso Nacional Anarquista [1177].
La Federación de Grupos de Alcoy aceptó la propuesta y se acordó suspender la salida del semanario para favorecer el nacimiento de un periódico que fuera la expresión del movimiento confederal y anarquista. Este semanario fue Redención [1178].
La trayectoria que posteriormente se trazaron los componentes del grupo «Redención» editor del periódico, estaba ya implícita en su editorial inicial, «A todos los explotados» [1179]. Se proponían elevar el nivel cultural de los trabajadores; que el periódico «sirva de Cátedra a todos los privados de medios por haber adquirido una mediana educación y encuentren en él satisfecha esta indispensable necesidad.» Pero estos conocimientos son los aprendidos en fábricas y talleres, nociones de esclavitud y miseria principalmente son su bagaje inicial. «El sindicalismo revolucionario como investidura, el comunismo como esencia, serán su lema.»
En vista de la desorganización que existía en la región la «Confederación Regional Levantina, previo acuerdo con la redacción, lo declara su órgano oficial; todas las fuerzas sindicales, individuos y núcleos militantes de ramos e industrias, lo reciben y propagan cual si se tratase de la misma Solidaridad Obrera» [1180]. Para ello se propuso el aumento de tamaño y la colaboración de todos [1181]. Consecuencia inmediata fue que a partir del número 33 del 8 de octubre la cuarta página se dedicó a una sección fija: «De la vida sindical» que incluía todas aquellas informaciones y noticias que interesaban a la CRT levantina.
Desde luego este semanario ofreció una extraordinaria cobertura a los presos en la cárcel de Valencia. Puntualmente se publicaban sus artículos; entre otros los de Rafael Vidiella, Alfredo C. Forel, Matías Calabuig, Juan Gallego Crespo, Lanzarote, Pepe Sanchis, Juan del Arco, etc. Al mismo tiempo se facilitaban toda clase de noticias sobre las condiciones de los citados presos [1182].
En la polémica abierta a raíz de la delegación a Rusia, elegida en el pleno de Barcelona de 1921, fuertemente criticada por algunos sectores de la CNT, mantuvo su línea anarquista y cubrió la información que de una y otra parte se facilitaba [1183]. En resumen, estuvo en todo momento a la altura de los objetivos que se había propuesto.
Redención aún publicó un último número pocos días después de la instauración de la dictadura. Con grandes blancos en sus páginas motivados por la censura, indicaban en el editorial que se abstenían de juzgar la situación creada a raíz del golpe, conscientes de que la censura no lo dejaría pasar. A cambio, optaron por nutrir «las páginas del periódico con una selecta lectura de gran valor cultural y científico, respondiendo así al carácter que siempre distinguió a nuestro semanario en su labor educativa y de formación de conciencias sanas, fuertes y libres, que es, en síntesis, la gran obra a realizar, la que salvará a la humanidad de este caos horrible… [1184]»
Dadas las circunstancias, José Juan Pastor y sus colaboradores decidieron dedicarse de lleno a estas tareas educativas. En junio habían iniciado la publicación de la revistaGeneración Consciente para potenciar esta línea y en ella se volcaron suspendiendo el periódico de forma definitiva [1185].
Las garantías constitucionales fueron restablecidas en toda España en abril de 1922, sin embargo la CNT continuaba estando en la ilegalidad. A pesar de ello se iniciaron las gestiones para la reaparición del diario en Valencia que tuvo efecto el 1º de mayo [1186]. Adolfo Bueso, con su habitual desprecio por la exactitud de los hechos, habla de este periódico, en esta etapa, como si fuera la primera vez que se publicaba en esa ciudad [1187].
«En mayo de 1922, Pedro Foix y Viadiú se entrevistaron con Alfredo [1188]. Como en Barcelona no era posible publicar Solidaridad Obrera, se había pensado editar el periódico fuera y, en ese sentido, se hicieron gestiones en Valencia, ya que habían dicho que el gobernador, un señor llamado Pérez Moso [el gobernador civil de Valencia, por aquellas fechas, era García de Ormaechea], había sido socialista y por lo visto estaba resentido, pues había dado su conformidad a que apareciera la Soli en la ciudad levantina.»
Encargose de la dirección Eusebio Carbó y tenía como principales redactores a José Viadiú, Aurelio Quílez, Felipe Alaiz y José Pastor.
La vida del diario valenciano se inició con gran entusiasmo, pero la débil estructura de la organización, que se reponía con grandes dificultades, pronto lo abocaron a una situación de emergencia que hacía temer por su continuidad. Como solución, el Comité Nacional de la CNT acordó suspender la salida del diario en Valencia y transferirlo a Madrid a finales del mes de septiembre, «población que cuenta con las mayores garantías para asegurar la vida a Solidaridad Obrera» [1189]. Tal disposición nunca fue llevada a la práctica - ignoramos las circunstancias - pero el diario valenciano hubo de transformarse en bisemanal a partir de principios de octubre, periodicidad que seguiría conservando - con algunas irregularidades - hasta su desaparición en enero de 1923, para ser nuevamente devuelto a Barcelona después de más de cuatro años sin aparecer en aquella ciudad.