El impacto que supuso el inicio y desarrollo de la revolución rusa en el movimiento anarquista español, trajo consecuencias de diversa índole que afectaron profundamente a las estructuras del mismo.
Estas consecuencias se fueron escalonando a medida que las informaciones que de ella se recibían en España se fueron haciendo más precisas. Su secuencia a grandes rasgos sería: Tibia acogida en un primer momento, trocada en auténtico entusiasmo casi enseguida. Durante este primer período ausencia casi absoluta de análisis críticos coherentes con los postulados anarquistas. Todo ello quedaría reflejado en el II Congreso de la CNT, con la adhesión - inteligentemente provisional - a la Internacional Comunista con la sola oposición de la delegación asturiana (Eleuterio Quintanilla) y algún otro.
Este primer período se tradujo también en una euforia organizativa y revolucionaria que dio como resultado una expansión sin precedentes de la CNT por todo el país y una mayor actividad de los grupos anarquistas. La propaganda alcanzaría un desarrollo considerable y de ella los periódicos, tanto los órganos de los sindicatos como de los grupos ácratas, conocería un aumento paralelo al desarrollo organizativo.
Pasado el primer momento de euforia, la represión por un lado y la presión de los grupos bolcheviques - minoritarios, pero muy activos - unida a las noticias contradictorias que llegaban de Rusia, comenzaron a perfilar un cambio sustancial en la trayectoria hasta entonces seguida por los grupos anarquistas. La «eficacia» revolucionaria bolchevique «obligó» a dibujar una mínima estructura organizativa en aquellos, para poder oponerse con ciertas garantías de éxito a esta presión. El resultado sería la consecución - después de haberse intentado sin éxito en innumerables ocasiones - de una Federación Nacional de Grupos Anarquistas en 1923.
Con todo había sido posible alejar, momentáneamente al menos, el peligro de una fuerte infiltración bolchevique en la CNT. En la Conferencia de junio de 1922 en Zaragoza, con la retirada de la adhesión a la III Internacional, este peligro fue conjurado.
A raíz del estallido de la Revolución rusa en febrero de 1917, Solidaridad Obrera procuró ofrecer una amplia información de la misma, según sus posibilidades y a tenor de las fragmentarias y, en algunos casos, distorsionadas noticias que ofrecían las agencias de prensa [1217]. Esta información se acrecentó a raíz de la revolución de octubre y es posible detectar a través de sus páginas una mayor vinculación a la misma. Igual podríamos decir del resto de periódicos anarquistas o anarco-sindicalistas que por aquel entonces se publicaban, principalmente Tierra y Libertad [1218].
En los años siguientes las posiciones se irían precisando a tenor de los acontecimientos político-sociales en Rusia y en nuestro país.
La estructuración de la CNT continuó con el desarrollo de las diferentes Confederaciones Regionales. Después de la de Cataluña, la primera que formalizó una estructura organizativa regional fue Andalucía, con la celebración de un Congreso los primeros días de mayo [1219]. En él se dotó de un órgano en la prensa, Acción Solidaria de Sevilla [1220], que sufriría las consecuencias de la represión de principios del año siguiente. Más tarde - en septiembre de ese año - aparecería El Productor en la misma ciudad, que apenas llegaría al año de vida [1221]. La agitación que conmovió a la región andaluza en ese período [1222], dio lugar a una desusada proliferación de órganos en la prensa, tanto anarquistas como anarco-sindicalistas, pero sin que ninguno de ellos alcanzara la estabilidad suficiente para disfrutar de una vida dilatada [1223].
La región valenciana, con Murcia y Albacete, se constituyó como Confederación Regional en el Congreso que tuvo lugar en Valencia en los primeros días de diciembre de 1919 [1224].
Paulatinamente otras regiones harían lo propio. El país Vasco formalizó su estructura regional en el Congreso de Logroño celebrado en febrero de 1920 [1225].
Aragón Rioja y Navarra, con una estructura sindical muy precaria, decidió también constituir su Regional. En Zaragoza, donde el movimiento obrero confederal se desarrollaba en la más absoluta clandestinidad, se reunieron el 29 de noviembre de 1921, delegados de las diferentes regiones con el propósito arriba indicado.
Presentado el Reglamento, que constaba de 25 puntos fue aprobado por unanimidad. El Pleno del Comité quedó formado por las delegaciones de Fraga, Gallur, Tudela, Binéfar, Huesca, Alcañiz, Calatayud, Logroño y Zaragoza y se acordó que el comité administrativo residiera en Zaragoza. Planteada la cuestión del periódico se decidió, tras larga discusión, que continuara su publicación [1226].
En el verano del año siguiente se reunió el I Congreso de esta recién constituida Confederación Regional. Estuvieron representados en él alrededor de 32 000 federados [1227].
En Galicia se constituyó la Confederación Regional en Vigo, en 1921 [1228]. En este clima de auténtica euforia revolucionaria que planeó de modo persistente a lo largo de todo el año 1919, a pesar del lock-out decretado por la patronal en Barcelona y que fue pasivamente aceptado por la organización, tuvo lugar el II Congreso de la CNT, en los días 10 al 18 de diciembre de ese año [1229].
Se tomaron importantes acuerdos sobre temas muy diversos, entre ellos la adopción de los sindicatos únicos de ramo e industria [1230]. Pero, seguramente, de entre todos ellos, el que más expectación despertó fue el debate sobre la revolución rusa y el problema de la Internacional. Como bien señaló Arlandis, delegado de la Federación Local de Cullera, había una evidente contradicción entre el dictamen de las ponencias correspondientes a los temas 48 y 51. Por el primero se proponía la adhesión incondicional a la revolución rusa, mientras que el segundo especificaba que «la Tercera Internacional, aún adoptando los métodos de lucha revolucionarios, los fines que persigue son fundamentalmente opuestos al ideal antiautoritario… [1231]». Por ello se propugnaba la convocatoria de un Congreso Internacional en España para constituir una Internacional Sindicalista puramente revolucionaria cuyo fin fuera la implantación del comunismo libertario.
El citado Arlandis llevó a cabo una extensa y acalorada defensa de la revolución rusa, intentando demostrar que ésta «adoptando desde el momento que se hizo la segunda revolución de octubre una reforma completa de su programa socialista, está de acuerdo con el ideal que encarna la Confederación Nacional del Trabajo española. [1232]»
Quintanilla - uno de los pocos que mostraron su desacuerdo - argumentó que la revolución rusa no encarnaba, en principio, los ideales del sindicalismo revolucionario. Sin menoscabo de considerarla «el hecho más fundamental, el hecho más trascendental de nuestros tiempos. [1233]»
Carbó primero y más tarde Seguí hablaron en apoyo de la revolución. Para el segundo la entrada en la Tercera Internacional «va a avalar nuestra conducta en el llamamiento que la Confederación Nacional del Trabajo de España va a hacer a las organizaciones sindicadas del mundo para constituir la verdadera, la única, la genuina Internacional de los trabajadores. [1234]»
El resultado es de todos conocido: La CNT «se adhiere, y provisionalmente, a la Tercera Internacional, por el carácter revolucionario que la preside, mientras se organiza y celebra el Congreso Internacional en España, que ha de sentar las bases por que ha de regirse la verdadera Internacional de los trabajadores - El Comité Federal. [1235]»
De los delegados nombrados para asistir al Congreso de la Internacional en Rusia, solo Pestaña logró llegar a su destino. Las vicisitudes de su regreso y su posterior encarcelamiento, retrasaron la difusión de su informe y marcaron la posterior evolución de la CNT [1236].
El Congreso de la Comedia se pronunció también sobre la necesidad de un órgano sindicalista de ámbito nacional, mostrándose contrario a la misma y abogando, al contrario, «por fundar tantos cuantos diarios obreros, informados en las tácticas del sindicalismo revolucionario sean posibles. [1237]»
Se optaba, por tanto, por la descentralización informativa. A este respecto, el período que analizamos se caracterizó, precisamente, por una gran profusión de periódicos sindicalistas. Algunos de ellos, sobre todo en Andalucía, fueron bastante efímeros; pero un gran porcentaje alcanzaron una gran estabilidad.
En la provincia de Gerona, donde los corcho-taponeros se habían dotado de una potente organización, se inició en Palafrugell, en 1918, la publicación de Acción Social Obrera, órgano de los sindicatos obreros afectos a la CNT. Un año más tarde fue trasladado a San Feliu de Guixols, por acuerdo de una asamblea general de sindicatos de la industria corcho- taponera a finales de febrero de 1919 [1238]. Salvo un pequeño tropiezo a raíz del triunfo de la dictadura de Primo de Rivera disfrutó de una dilatada existencia bajo ésta, lo cual le valió convertirse en órgano «oficioso» de la Confederación.
En Palma de Mallorca inició sus publicaciones en agosto de 1919 Cultura Obrera, como órgano del Ateneo Sindicalista, fundado en marzo de aquel año [1239]. Tanto el Ateneo como el periódico se volcaron en la propaganda y extensión del anarcosindicalismo en la isla. Se convirtió el periódico en órgano de la recién creada Federación Regional del Trabajo de Baleares, en agosto de 1920 [1240]. Cuando en octubre de 1922 se constituyó la Confederación Regional del Trabajo de Baleares, Cultura Obrera se convirtió en su portavoz oficial [1241]. Aunque la instauración del régimen de excepción no le reportó muchas dificultades inmediatas, algunos meses después desapareció definitivamente «porque no quería ceder a la dictadura de Primo de Rivera [1242].»
La intensa actividad de los grupos anarquistas tarraconenses se dejó sentir en este período de un modo muy especial. Hermoso Plaja, Felipe Alaiz, junto con otros muchos militantes, desplegaron una amplia campaña propagandística por las ciudades y los campos de Tarragona. En mayo de 1918, apareció Acracia en la capital de la provincia. Tanto su título como sus objetivos eran bastante explícitos:
«Somos anarquistas y como la sublimidad del ideal que sustentamos está reconocido, lo propagaremos y defenderemos con toda la fe y el vigor de los hombres fuertes que están convencidos de poseer la razón única… [1243]»
Debió ser víctima de la represión de principios del año 1919, desapareciendo seguramente por esas fechas [1244].
Con la actividad de los grupos se intensificó igualmente la del movimiento obrero de tendencia anarquista. En agosto de 1919 empezó a publicarse Fructidor, en Reus, portavoz de los obreros de la provincia, declarándose «plenamente identificado con el criterio y orientación de la CNT [1245]». Le sucedió a principios de 1920 una segunda época de la misma publicación, editada esta vez en Tarragona, como órgano de las sociedades obreras de la provincia. Desde él se impulsaría la constitución de la Federación Provincial [1246]. Tampoco duró mucho; la represión no le dejó ir más allá de agosto. Al año siguiente, Felipe Alaiz tomó la iniciativa de editar Los Galeotes, portavoz oficioso del Centro de Estudios Sociales de Tarragona y en principio mucho más dedicado a cuestiones teóricas. Por último, Hermoso Plaja volvió de nuevo al ataque con Acracia, editada en esta ocasión en Reus, «después de tres años de suspensión algo forzada, algo voluntaria (…) para difundir, con más ahínco si cabe, el ideario que ha de hacer del hombre un ser perfecto y racional. [1247]»
En Canarias el resurgir anarcosindicalista tendrá algunos puntos de coincidencia con la reactivación económica. La actividad portuaria se intensificó a partir de 1921 y comenzaron a plantearse las primeras huelgas de este sector, como la de cargadores y estibadores de carga general de Puerto Luz [1248]. En septiembre del año anterior había empezado a publicarse El Productor que con incidencias de diversa índole (denuncias, encarcelamiento del director, etc.) continuaría hasta principios de 1922. Es, sin embargo, el único órgano periodístico de tendencia anarquista que hemos detectado en las islas en este período.
En Madrid, los grupos anarquistas continuarían su intermitente actividad. Esta vez espoleados por las influencias de los vientos revolucionarios que soplaban desde las estepas rusas. En 1919 apareció Espartacode efímera vida y dos años más tarde Nueva Senda, en oposición a la tendencia bolchevique en el seno de la CNT. Con poco más de un año de vida suspendió sus publicaciones por dificultades económicas, uniéndose al grupo editor del periódico¡¡¡Tierra!!! de La Coruña [1249]. Casi al mismo tiempo que aquella desaparecía, el grupo «Los Intransigentes» empezó a editar Tierra Libre. El anarquista Moises López fue un destacado redactor de ambas [1250].
Si bien es cierto que en este período, una buena parte de los órganos de prensa sostenidos por la organización, llegaron a tener una gran estabilidad y duración, resultado de una mejor base de sustentación; otra parte no desdeñable seguía dependiendo de condiciones muy precarias y así se veían aparecer y desaparecer periódicos que eran órganos de sindicatos con bastante frecuencia. Con el fin de evitar esta dolorosa sangría, las comarcales de Liria, Chiva y Requena, reunidas en Cheste para analizar el estado económico y la forma de desenvolverse de los campesinos de las comarcas citadas, pusieron también sobre el tapete la imposibilidad de atender a tantos periódicos sociales como se iniciaban, llegando a las siguientes conclusiones:
«1º) Que la Región que se encuentre en condiciones de sostener un periódico de orientación e información para su Región que lo sostenga
2º) Que se forme un periódico revista nacional que abarque toda la orientación e información nacional e internacional, Sociología, Ciencias, Arte, Letras, etc.
3º) Que dado que la CNT va al Comunismo Libertario que las orientaciones se ajusten todo lo posible con el fin de evitar confusiones
4º) Una vez este estudio hecho se deja en manos del C.N. [1251]»
Estas tendencias hacia la centralización informativa no solieron menudear. El Congreso de la Comedia había abogado por la descentralización, sin embargo el Congreso del Conservatorio de 1931 se mostró ya más favorable al órgano sindicalista de ámbito nacional, decidiéndose la publicación del diario CNT (apareció por primera vez en 1932). Pero a pesar de ello, esto no significó - al menos de forma inmediata - una tendencia hacia la monopolización informativa; los órganos de los sindicatos o federaciones siguieron apareciendo con la misma frecuencia e intensidad que anteriormente.
Esta propuesta al CN no gozaba, precisamente, del don de la oportunidad. Otras cuestiones de mucha más importancia que la mayor o menor duración de los periódicos reclamaban su atención en aquellos momentos.
Como ya indicábamos al principio del capítulo, en enero de 1919 fueron suspendidas las garantías constitucionales en Barcelona y la prensa anarquista y anarcosindicalista prohibida.
Se inició con ello un proceso represivo escalonado contra la CNT en la capital catalana, que supuso una tremenda sangría de militantes y afiliados. Esta política represiva fue iniciada con cierto éxito por el gobernador civil Maestre Laborde desde enero de 1920 a mayo de ese mismo año. Pero alcanzaría su máxima eficacia con el gobernador civil Martínez Anido, a partir de noviembre de 1920, muy bien ayudado en esta labor por el jefe de policía Arlegui.
Ya Maestre Laborde había señalado el camino al disolver la Confederación Regional de Cataluña el 23 de enero, y aunque ésta volvió a una relativa normalidad a partir de mayo, su reorganización se vio dificultada por la intensa represión sufrida y por la competencia de los Sindicatos Libres fundados en diciembre del año anterior y que gozaban del beneplácito y la ayuda de las autoridades. A ello vino a añadirse la crisis económica de posguerra que afectó de modo particular a la industria catalana.
El pistolerismo, que ya había hecho su carta de presentación años antes, iba a conocer en las actuales circunstancias un desarrollado inusitado, teniendo como caldo de cultivo la represión gubernamental y la clandestinidad a que se veía sometida la CNT en Barcelona, falta del más mínimo órgano de expresión periódica.
Con el nombramiento de Martínez Anido como gobernador civil de Barcelona a principios de noviembre, el desarrollo de esta política conoció su expresión máxima. El tandem Anido-Arlegui llevó a cabo la represión más sangrienta en la historia de la CNT [1252].
Los comités confederales (tanto el nacional, como el regional o local) debían actuar en la más absoluta clandestinidad y si algún miembro era encarcelado era sustituido inmediatamente por otro. Con la caída de los elementos más significativos, jóvenes militantes accedieron a los puestos de máxima responsabilidad. Cuando Evelio Boal - a la sazón secretario del comité nacional - fue detenido en marzo de 1921 [1253] - se eligió para sustituirle a Andrés Nin. Por idénticos motivos Joaquín Maurín accedió al Comité Regional de Cataluña [1254]. Ambos iniciaron a partir de ese momento una política tendente a provocar un giro radical en la trayectoria ideológica de la CNT.
Como en una especie de intuición premonitora, Rafael Vidiella - a pesar de que algunos años después modificó su trayectoria ideológica, siempre conservó una profunda simpatía hacia el anarquismo - escribió sobre los peligros que suponía la ideología autoritaria en el campo abonado del sindicalismo, alimentado por la savia anarquista que tanto había hecho para dotarlo de una orientación espiritual adecuada con sus escuelas racionalistas, bibliotecas, prensa, etc. Aquellos con su disciplina uniformada, con su indiscutible dictadura, amenazaban convertirlo en una fuerza absorbente y tiránica, en donde el látigo ocuparía el lugar del libro.
«Presos y perseguidos los anarquistas; clausurados los sindicatos en donde el verbo orientaba a la luz del día; suspendida la prensa en cuyas columnas debatíamos principios morales y filosóficos, se presta a que cualquiera, desde cualquier cuchitril, ensarte y promulgue sus Ukases. Bien claro encarece El Comunista la necesidad de que los pequeños calígulas invadan las organizaciones y hagan sentir el influjo del partido y su dictadura proletaria.
A los anarquistas toca, pues, defender su obra de este nuevo peligro, elevando la conducta libertaria de los trabajadores, en contra de todas las tiranías y dictaduras, vengan de donde vinieren. [1255]»
El recién constituido Comité Nacional, con Nin a la cabeza, convocó para el 29 de abril un Pleno Nacional en Barcelona [1256], con delegados directos de las organizaciones regionales de Asturias, Leon y Palencia, Norte, Galicia, Castilla, Levante, Andalucía, Aragón y Cataluña. Al reseñar la importante reunión Redención informaba de que se habían tomado importantes acuerdos, que se llevarían inmediatamente a la práctica, sobre represión, la crisis de trabajo y el problema de la Internacional. La impresión transmitida por los delegados fue sumamente optimista, siguiendo fiel al sindicalismo revolucionario, concluía [1257].
Efectivamente tuvo una gran importancia, ya que en él fueron nombrados los delegados que habían de ir a Rusia para asistir al III Congreso de la Internacional (coincidiría, además, con la constitución de la ISR), en representación de la CNT, según los acuerdos del Congreso de la Comedia. Estos fueron Nin, Maurín, Ibáñez y el valenciano Arlandis. Más tarde, a propuesta de Arlandis que le fue aceptada, se dirigieron a la Federación de grupos anarquistas de Cataluña para que nombrase un delegado que los representase. Fue designado Gaston Leval.
Como bien ha dicho Antonio Bar [1258], el excesivo apasionamiento de historiadores de la CNT, como Buenacasa o Peirats, les llevó a condenar la irregular actuación del Comité Nacional.
Todo parece indicar, no obstante, que la convocatoria del Pleno fue regular. Así, al menos, lo dictaminó el Pleno Nacional de octubre de forma explícita, saliendo al paso de la campaña que desde diversos sectores de la CNT se había emprendido para impugnar a los delegados que habían ido a Moscú [1259].
Pero si la convocatoria del Pleno fue regular, no lo fue tanto la elección de los citados delegados. La Confederación Regional Levantina, sumándose a la campaña de Nueva Senda, Redención y la Comarcal de Guipúzcoa contra el Comité Nacional - quizá no en el mejor momento, pero desde luego su utilidad no admitía discusión, según su opinión - lanzó un manifiesto con el objeto de probar la irregularidad del controvertido Pleno. La CRT de Levante se reunió al recibirse la convocatoria de éste. Algunos propusieron a Arlandis como delegado, pero otros, temiendo que fuera elegido para ir a Rusia y no estando preparado para ello, designaron a otro. Ante esto dijo Arlandis: «De todos modos tengo que asistir al Pleno, porque soy uno de los nombrados para ir a Rusia.» De ello deducían los miembros de la Confederación Levantina que el nombramiento de los delegados se hizo como en familia y a espaldas de la organización y que el Pleno solo fue una forma descarada de cubrir el expediente [1260].
Ante las informaciones que llegaban de Rusia referentes a la Internacional Sindical Roja y sus relaciones con la III Internacional [1261], las críticas contra la delegación cenetista arreciaron. Con el fin de discutir estos puntos se convocó una reunión extraordinaria en Madrid el 14 de agosto [1262]. Las delegaciones directas fueron: Las provincias de la CRT levantina, cuatro delegados; las de Cataluña, cinco; Aragón, Rioja y Navarra, seis; las Vascongadas, Asturias, Leon y Palencia, conf. del Norte, siete; Galicia, uno; Andalucía y Extremadura, cuatro; ambas Castillas, cinco; Baleares y provincias de África, dos. En total 34 delegados. El debate se centró en el punto álgido de la cuestión internacional, acordándose, tras breve discusión, ratificar, en absoluto, todas las decisiones del Congreso de Madrid. Se reafirmaba una vez más el carácter de independencia y autonomía absoluta frente a todos los partidos, incluso los comunistas. Igualmente se rechazaba todo pacto o alianza con los partidos, dado que la Confederación se bastaba a si misma y declaraba que la finalidad perseguida era el comunismo libertario. Se acordó, por último, reunir de nuevo al Pleno Confederal en cuanto regresara la delegación que fue a Rusia para juzgar el conjunto de las gestiones de dicha delegación y obrar en consecuencia una vez oídas sus opiniones y juicios [1263]
Buenacasa, optimista como siempre, se apresuró a declarar en Nueva Senda que por fortuna los delegados de la CNT en el Congreso de Moscú habían sido desautorizados por el Comité Confederal [1264].
A su regreso a España, Joaquín Maurín se hizo cargo, como secretario, del Comité Nacional, en sustitución de Nin, que se había quedado en Rusia [1265]. Con el fin de neutralizar a la oposición [1266], reunió un Pleno Confederal en Barcelona los días 14 y 15 de octubre. Asistieron delegados de toda Cataluña, Valencia, Andalucía, Castilla, Aragón, Asturias y Vascongadas. Después de reconocerse la regularidad del Pleno de abril, se dio paso a la lectura del informe de la delegación que fue a Rusia. Luego de oído se convino que dado que la documentación de la ISR traída por ésta era poco conocida se esperase un tiempo a que los sindicatos estuvieran mejor informados y fueran éstos los que decidieran. Se acordó también que la Confederación conservara un delegado en la ISR, ratificándose la confianza en el actual comité de la CNT y que éste continuara residiendo en Barcelona [1267].
La comarcal de Guipúzcoa volvió a la carga, reclamando que el comité saliera de Barcelona y se instalase en el Norte [1268]. Los escasos periódicos anarcosindicalistas que en ese momento se publicaban, hicieron causa común contra el CN. Nueva Senda de Madrid, Redención, de Alcoy y Regeneración, de Lérida [1269], se hicieron eco de los escritos que informaban sobre el proceso de la revolución rusa, haciendo especial hincapié en la represión al movimiento anarquista de aquel país.
Solo un portavoz cenetista permaneció, más o menos fiel, a las directrices emanadas del CN liderado por Joaquín Maurín, Lucha Social de Lérida. Nació este periódico como órgano de la Federación Local, pero a partir de la detención de Maurín dejó de serlo para pasar a convertirse en semanario sindicalista revolucionario. Dada la influencia y el prestigio que Maurín tenía en aquella ciudad, pronto este órgano se convirtió en el portavoz «oficioso» de la regional catalana en ausencia de su órgano oficial Solidaridad Obrera y al mismo tiempo, también del CN [1270].
Pocos días después del manifiesto de la comarcal de Guipúzcoa, contraatacó el CN con otro en el que manifestaba su posición de rechazo a aquellos que querían hacer de la Confederación una agrupación de anarquistas. Por el contrario debía ser el gran bloque de toda la clase obrera revolucionaria. Según el manifiesto, la convivencia de anarquistas, sindicalistas revolucionarios y comunistas era posible. Se argumentaba, por otro lado, que aquellos que censuraban al Comité su falta de idealidad eran los mismos que abandonaron la lucha en los momentos de peligro y que querían llevar a la CNT por las vías del reformismo [1271].
Estas desafortunadas declaraciones, en aquellos críticos momentos, solo podían redundar en un aumento de la oposición. La creciente tensión [1272] entre los dos sectores se solucionó - de la misma manera que había sido provocada - con la detención de Joaquín Maurín el 22 de febrero de 1922. Esto precipitó la elección de un nuevo CN cuyo secretario general sería Juan Peiró [1273]
Este nuevo Comité se apresuró a dar los pasos necesarios para restablecer la coherencia ideológica de la CNT. Para ello hizo público un manifiesto en el que explícitamente se reafirmaban los principios anarquistas de la organización [1274].
El restablecimiento de las garantías constitucionales a finales de marzo, propiciaron los trabajos de reconstrucción, pero para ello era indispensable la convocatoria de un congreso. Dado que la CNT se encontraba, a pesar de todo, en la ilegalidad, aunque disfrutando de una relativa tolerancia, el congreso se convirtió en una Conferencia Nacional que tuvo lugar en Zaragoza el 11 de junio. En ella se acordó, entre otras cosas, la separación de la III Internacional y la adhesión a la AIT, cuyo congreso de constitución debía celebrarse poco después [1275].
Los sectores partidarios de la Internacional Comunista, aunque fueron puestos en minoría, no por ello se dieron por vencidos. Hilario Arlandis, que gozaba de una relativa influencia en Valencia, inició en esa ciudad la publicación de un periódico que defendiera sus postulados, además de defender la necesidad «de la unión de los revolucionarios sobre un terreno de coincidencias [1276]». Acción Sindicalista se vio criticada, incluso antes de aparecer, por Solidaridad Obrera de Valencia [1277]. No es probable que el periódico contase con el apoyo suficiente, ya que no pudo pasar del primer número [1278].
A finales de diciembre, después de algunos trabajos preparatorios, el sector pro-bolchevique se reunió en una conferencia en Bilbao en la cual fueron creados los «Comités Sindicalistas Revolucionarios (CSR)» [1279]. Joaquín Maurín por su lado, después de la desaparición de Lucha Social a mediados de año, junto con David Rey y otros colaboradores, formó el grupo de «La Batalla». Poco después iniciaron la publicación del periódico del mismo nombre en Barcelona, el cual se convirtió en el portavoz de los CSR [1280]. Con el fracaso de éstos, el periódico se transformó en portavoz de la Federación Comunista catalano-balear fundada por el propio Maurín.
La CNT, que continuaba con bastantes dificultades su labor reorganizadora, no podía dejar de pronunciarse sobre los Comités Sindicalistas Revolucionarios. A tal fin, se reunió en febrero de 1923, en Barcelona, un Pleno Nacional en el que se acordó la condena de los mismos [1281]. Esta reorganización cenetista se tropezó, algunos meses después, con el obstáculo impuesto por el establecimiento de la dictadura [1282].
También entre los grupos anarquistas se dejó sentir de modo apreciable el impacto de la revolución rusa. Quizá su manifestación más palpable sea la constitución en Madrid del grupo único anarquista. Poco después de constituidos lanzaron un manifiesto en el que exponían que para alcanzar sus objetivos debían antes reñir una batalla para vencer y dar de lado los pequeños escrúpulos del anarquista del pasado.
Los componentes del grupo se comprometían a mantener y sostener su ideal anarquista, exigiendo y haciendo cumplir «a sus camaradas lo que en sus periódicas reuniones acuerde y concediendo toda la autoridad que sea preciso al Comité de dicho grupo, éste asumirá toda su representación.»
Dado que se declaraban asimismo acérrimos sindicalistas, exigían al camarada que hubiera de pertenecer al grupo, su filiación al sindicato respectivo y que en el mismo su orientación fuera clara y diáfana.
Barriendo todo sectarismo se mostraban dispuestos a colaborar accidentalmente con todos aquellos grupos o partidos de franca acción revolucionaria, siempre que éstos no estuvieran en pugna con los principios de la ideología anarquista. Finalizaba el manifiesto con estas significativas palabras:
«Si eres hombre superior, si eres capaz de leer entrelíneas, lo que se deja de decir que es el todo y de el por que de estas lineas (…), ingresa en el clandestino grupo de “Anarquistas de Madrid”… [1283]»
No tardaron en aparecer las críticas, fundamentadas en la falta de espíritu anarquista del grupo. Danton - uno de sus miembros - salía al paso de estas críticas de café, afirmando que ellos habían comenzado por emanciparse moralmente para poder emancipar a los demás y «en consecuencia creemos es tan necesaria la “Browning” como el Libro» e incluso se mostraba partidario de la dictadura, por supuesto teniendo en cuenta la ideología anarquista, caso de que hubiera necesidad de ella [1284].
Pero no todo fueron críticas. Cuatro jóvenes anarquistas comentaron alborozados la decisión de los anarquistas madrileños de formar el «Grupo Único Anarquista» para «redoblar sus energías y sus esfuerzos en la decidida y tenaz contienda por el triunfo de nuestras humanas aspiraciones. ¡Este es el verdadero frente único! [1285]»
A principios de enero de 1922, la Federación Comunista Libertaria de Barcelona publicó un manifiesto en Cultura Obrera de Palma, en el cual decían entre otras cosas:
«Aceptamos un principio de dictadura transitoria, para el sostenimiento de la Revolución Social.»
La réplica de E. Mira fue contundente; después de argumentar ampliamente que la adscripción a la dictadura era tiranía, finalizaba diciendo: «Si tanto os entusiasma ese principio, propagadlo, pero no os llaméis Comunistas Libertarios. Es lo menos que se puede pedir. [1286]»
Es necesario señalar que esta Federación fue la que - a propuesta de los demás delegados - eligió a Gastón Leval para que representase a los grupos anarquistas españoles en Rusia [1287].
Aunque no siguiendo esa línea claramente bolchevique, lo cierto es que la actividad de los grupos anarquistas se redobló en esos años críticos de represión y clandestinidad. Primero los intentos del CN pro-bolchevique de 1921 y más tarde la «declaración política» de la Conferencia de Zaragoza [1288], suscitó, entre los grupos anarquistas, acalorados debates sobre el papel que éstos debían desarrollar en el seno de los sindicatos.
Los grupos de la región levantina desplegaron una intensa labor de reorganización que culminó en un congreso celebrado en el verano de 1922. En él se constituyó la Federación de Grupos Acratas de Levante; se declaró al periódico Redención órgano oficial de la misma y la conveniencia de la actuación de los anarquistas en el seno de la CNT, como los acuerdos más importantes [1289].
De esta forma Redención, que había dejado de ser el portavoz oficial de la Confederación Regional de Levante al reaparecer Solidaridad Obrera el 1º de mayo, pasó a ser el órgano de la Federación de Grupos Anarquistas de Levante. Suprimido Nueva Senda de Madrid por decisión unilateral del que era su propietario legal [1290], el semanario alcoyano fue, junto a ¡¡¡Tierra!!! de La Coruña que había comenzado a publicarse a principios de enero; Tierra Libre de Madrid que empezó en junio y Voluntad de Zaragoza iniciado en abril, un eficaz portavoz de los grupos anarquistas.
Con la formación de las regionales anarquistas de Aragón, Rioja y Navarra y Andalucía, la de Levante llamaba a la necesidad de convocar un congreso nacional [1291]. Finalmente, fueron los anarquistas de Zaragoza quienes - a principios de enero de 1923 - lanzaron la circular con un extenso orden del día a discutir en el próximo congreso [1292].
Este se reunió en Madrid el 18 de marzo [1293], aunque no faltaron voces críticas que se alzaron en contra del mismo, Gastón Leval y Mauro Bajatierra, principalmente. El primero se remitía a la excesiva precipitación en su convocatoria y a la falta de preparación organizativa en las diferentes localidades españolas [1294]. Bajatierra aducía la falta en el orden del día de un punto sobre el carácter moral del anarquismo. Advertía sobre el peligro que suponía para el movimiento anarquista que en el congreso prevaleciera el punto de vista de aquellos que habían hecho de la violencia y del matonismo su norma de conducta [1295].
Elorza afirma que el congreso careció de importancia [1296]. Mauro Bajatierra comentó satisfecho que - tal como preveía - no se hubieran tomado acuerdos [1297]. Efectivamente se potenciaba la actividad de los grupos y no se llegó a constituir la Federación, al menos formalmente, a pesar de que el punto primero del orden del día apuntaba en esa dirección:
«¿La Unión o Confederación anarquista española debe ser constituida a base de organismos regionales o puede constituirse simplemente a base de comarcales o provinciales? Creación del organismo nacional. [1298]»
Se creó simplemente una comisión de relaciones entre los grupos y se acordó la creación de un órgano que fuese expresión de los mismos. Así nació Crisol de Barcelona [1299].
Pero en la práctica se iba a marchas forzadas hacia la constitución del organismo nacional; aunque el establecimiento de la dictadura seis meses después impidió el desarrollo de esta tendencia, había sido puesto el primer jalón de un camino que llevaría algunos años más tarde a la fundación de la Federación Anarquista Ibérica(FAI) [1300].