La represión del anarquismo a finales del siglo XIX alcanzó también, indiscriminadamente, a entidades más o menos ligadas al mismo. Numerosos centros culturales y escuelas laicas fueron clausurados. En Cataluña - entre 1882 y 1896 - se habían fundado al menos 70 escuelas laicas [867].
Con el inicio del siglo, paralelo al resurgir del movimiento obrero de carácter anarquista, las inquietudes pedagógicas renovadoras comienzan a manifestarse de nuevo.
De todas las iniciativas, la más importante y que más influencia tuvo en el movimiento ácrata de los años posteriores fue «La Escuela Moderna», fundada por Ferrer y Guardia en Barcelona en 1901.
Catorce años de exilio político en Francia le permitieron entrar en contacto con personalidades del mundo libertario que progresivamente lo irían inclinando hacia esta ideología, después de haber mostrado en varias ocasiones su rechazo de la misma. Las experiencias pedagógicas de Paul Robin en Cempuis influyeron decisivamente en Ferrer, como habían influido en Sebastián Faure y en la escuela «La Ruche» por él fundada [868].
El propósito del pedagogo español era encuadrar la renovación pedagógica en el marco de la lucha social. Superando los viejos moldes de la enseñanza laica tradicional, se trataba de fundamentar la pedagogía sobre bases racionales y científicas. Pero esta educación debería estar orientada a crear el sustrato indispensable que hiciera posible el triunfo de la revolución [869].
Su condición de miembro de la masonería - en la que había llegado a alcanzar un alto grado. El prestigio logrado en París como profesor de español y su desahogada posición económica - gracias a una donación - le permitieron poner en practica sus proyectos. Le era imprescindible para ello buscar la colaboración de intelectuales republicanos y de un núcleo importante de anarquistas.
Como hemos dicho, Barcelona fue el lugar elegido para la fundación de una escuela que reuniera las características antes apuntadas. Suponemos que la fuerte influencia anarquista en esta ciudad tuvo una importancia fundamental en la elección. Podía contar con una nutrida colaboración de pensadores anarquistas, sobre todo Anselmo Lorenzo y también republicanos como Odon de Buen, además de disponer de una amplia cobertura debido al interés del movimiento anarquista y republicano por las experiencias pedagógicas avanzadas.
Sin embargo los anarquistas en general tardaron algún tiempo en interesarse e incorporar a su práctica educativa la experiencia ferrerista. Los motivos parecen estar basados en la similitud que tenía, para los contemporáneos de la experiencia, con la enseñanza laica, pareciéndoles una «nueva edición» de la misma. «En vida de Ferrer su proyecto pedagógico racionalista “cuaja” mucho más en los medios escolares “lerrouxistas” que en los círculos obreros anarquistas. [870]»
Como complemento en varios sentidos de las actividades pedagógicas de «La Escuela Moderna» se puso en práctica la edición de un «boletín» que fuera el órgano de expresión de ésta. Múltiples fueron sus finalidades, pero se podría señalar que las más importantes eran dar a conocer las experiencias que se estaban llevando a cabo en otros países en este mismo sentido. Para ello se buscó la colaboración de prestigiosos pedagogos extranjeros como Paul Robin, quien «dio expresión a un radical método global que destacaba la íntima relación entre el trabajo y el conocimiento. [871]»
Servir, además, de plataforma teórica a tenor de las experiencias llevadas a cabo en el propio centro, al mismo tiempo que se exponían éstas. Plataforma de confluencia de diversos puntos de vista sobre la pedagogía, desde la visión libertaria a la librepensadora, republicana o masónica, etc. Y, por supuesto, dar a conocer al público interesado las realizaciones, avances y experiencias del centro docente.
Aunque, como señala Albert Mayol [872], en líneas generales el «boletín» «no poseyó carácter informativo», las escasas excepciones han servido a Pere Solà para trazarnos un sucinto cuadro de las actividades cotidianas de la escuela. Estas nos son suministradas por Clemencia Jacquinet, quien, junto con Ferrer, rigió los destinos de la institución en los primeros años y le proporcionó su «tono» pedagógico [873].
El Boletín de la Escuela Moderna cubrió perfectamente sus objetivos y su vida estuvo estrechamente ligada a la del centro del que era su portavoz. Sufrió un bache importante con la detención del fundador de la institución por supuesta complicidad con Mateo Morral, desapareciendo en julio de 1907, después de un año de suspensión [874].
Apareció una segunda época en 1908 con la misma trayectoria prácticamente, siendo suspendido definitivamente a raíz de los hechos de «La Semana Trágica» que supusieron el asesinato legal de Ferrer y la clausura de «La Escuela Moderna».
Además del "boletín" es de destacar la labor editorial del centro publicando libros para uso de la institución como Las aventuras de Nono de Grave, usado como libro de lectura y sumamente conocido o muchos otros de interés pedagógico y social [875].
No estuvo exenta la experiencia de graves contradicciones. Conelly Ullman señala que «la enseñanza superior en La Escuela Moderna excluía a los obreros a quienes Ferrer afirmaba querer educar [876]». Pese a todos los errores y defectos que se pueden señalar la importancia radica en el interés que se tenía por demostrar que la educación integral, defendida por los anarquistas en el siglo XIX, era la base imprescindible para acometer con ciertas garantías de éxito las tareas de una hipotética revolución.
«La Escuela Moderna fue un intento más o menos coherente de conjugar en un proyecto renovador de la enseñanza elementos ideológicos masónico-racionalistas (burgueses ilustrados) y elementos de crítica libertaria de la escuela, de la sociedad y de la apropiación burguesa de la ciencia positiva. [877]»
La intensa actividad desplegada por Ferrer y sus colaboradores tuvo que esperar aún algunos años para que sus frutos pudieran apreciarse. Los maestros racionalistas ligados estrechamente al movimiento anarquista recogerían la bandera de las teorías ferreristas y las desarrollarían en los años sucesivos, extendiéndose prácticamente por toda España.
En 1906 fue fundada la escuela Integral de Sabadell. Con muchísimas dificultades durante el curso 1906-1907, fue poco a poco superando los obstáculos provenientes incluso de los maestros laicos de la localidad. Su mentor, Albano Rosell, decidió editar un boletín que cubriera las necesidades de plataforma teórico-pedagógica, al propio tiempo que servir de respaldo en contra de los ataques provenientes del sector laicista. Cultura - nombre que recibió el citado boletín - se publicó solamente entre enero y junio de 1908 [878]. Las causas de su desaparición se encuentran en las dificultades económicas y en la progresiva decadencia de este tipo de experiencias, a raíz del primer proceso a Ferrer [879].
En 1907 se fundó La Escuela Moderna de Valencia por iniciativa de Samuel Torner a partir de la antigua escuela laica que funcionaba en esa ciudad y de hecho estuvo sostenida por la primitiva sociedad de instrucción laica. Al igual que la experiencia ferrerista comenzó a publicar un órgano de espresión, Humanidad Nueva, con parecidas características a las que hemos descrito para el Boletín de la Escuela Moderna. Publicaba esta revista además un «boletín escolar» dedicado a los alumnos de las escuelas racionalistas.
Suspendidas sus publicaciones por causas que ignoramos, aunque al parecer fue denunciado [880] y en fechas para nosotros desconocidas, al reaparecer a finales de enero de 1909, modificó su subtítulo de «órgano de la escuela moderna de Valencia» al de «órgano de la agrupación de profesores racionalistas [881]». Según Romero Maura, habíase fundado esta asociación en los primeros meses de 1907, al poco de salir Francisco Ferrer de la cárcel, pasando éste a ocupar la presidencia [882].
La Semana Trágica cerró la escuela y suprimió el periódico. Un año más tarde, con la reapertura de este centro comenzó la publicación de Escuela Moderna, frecuentemente denunciado y su último número - el 72, de septiembre 1911 - secuestrado en la imprenta antes de que hubiera habido tiempo de distribuirlo y los redactores que no pudieron escapar, encarcelados [883]. Este periódico apareció con un amplio y ambicioso programa. Se mostraba «perfectamente de acuerdo con la obra emancipadora que vienen realizando las escuelas modernas» y precisamente para explicar y defender esas ideas se creó el semanario. Entre las abundantes explicaciones que ofrece de la enseñanza racionalista afirma que «el racionalismo pedagógico no establece diferencias entre el niño y la niña; ambos tienen el mismo derecho a instruirse, a cultivar su inteligencia…», por ello los objetivos del grupo editor eran «defender públicamente, ejercitando los derechos que la ley le confiere, los principios fundamentales de la enseñanza racionalista que se viene suministrando en las escuelas modernas. [884]»
Le sucedió con iguales o parecidas características Humanidad, en junio de 1912, cuando las cosas en Valencia se tranquilizaron un tanto:
«Por amigos nuestros entendemos a todos los que combaten al actual estado de cosas, ya en la totalidad de las misérrimas instituciones y mentiras que lo integran, ya parcialmente impugnando esta o la otra institución, este o el otro privilegio. [885]»
Sin embargo, no pudo resistir el ambiente de apatía que cada vez más se adueñaba de la clase trabajadora por lo que se refiere a estas experiencias pedagógicas. Falto de apoyo desapareció antes de acabar el año.
En el norte, Federico Forcada, activo maestro racionalista y colaborador de la Escuela Moderna de Valencia [886], tomó la iniciativa de editar La Enseñanza Moderna de Irún, revista quincenal pedagógica y eco de la Liga internacional para la educación de la infancia [887]. Al igual que las anteriores su objetivo era complementar los trabajos que se llevaban a cabo en la escuela moderna de esa localidad, de la cual ejercía las funciones de director el citado Forcada [888].
Las dificultades y los obstáculos que tuvo que soportar fueron cuantiosos. Los vientos de la reacción tras los hechos de la semana trágica obligaron a cerrar esta escuela, viéndose obligado Federico Forcada a trasladarse a Valladolid donde comenzó a editar una segunda época de la publicación racionalista [889]. Los objetivos permanecieron inalterables: contribuir en la medida de lo posible a la extensión de la propaganda racionalista. Pere Solà afirma que «revistillas como La Enseñanza Moderna de Valladolid, de orientación racionalista, contribuyeron seguramente a la formación de esta nueva imagen (“pedagogo ejemplar”) de Ferrer. [890]»
Apenas con tres números publicados esta revista se vio forzada a suspender sus publicaciones, siendo sustituida por Escuela Libre como órgano del Ateneo Obrero Sindicalista: «Somos racionalistas en materia pedagógica, y sindicalistas acérrimos en cuestiones obreras… [891]». Tampoco gozó de una existencia muy dilatada. Un mes después desaparecía definitivamente.
Con la fundación de la CNT, racionalismo y sindicalismo anarquista se unirán estrechamente, pero la postración de este tipo de enseñanza y la escasez de escuelas racionalistas serían la tónica general. Al menos hasta la proclamación de la II República [892].