Como ya hemos visto en el anterior capítulo, a raíz del fracaso que supuso la huelga general de Barcelona en 1902, se produjo una cierta desorganización en las filas del movimiento obrero de tendencia anarquista.
En la ciudad condal se reemprendieron casi inmediatamente los trabajos de reconstrucción. A principios de 1904 se creó la Unión Local de Sociedades Obreras [927] afiliada a la FSORE. Como tal tomó parte en el IV Congreso celebrado en Sevilla en aquel año, pero la desvinculación de este organismo fue la tónica dominante [928], en su evolución posterior.
Ignoramos los motivos de este paulatino desinterés del movimiento obrero barcelonés por la referida asociación. En ello debió influir seguramente la marcada decadencia que acusaba la Federación, herida de muerte desde las importantes luchas del bienio 1901-1902 [929]. Al quinto congreso celebrado en Madrid en 1905, Barcelona solo estuvo representada por Arturo Cerveró, delegado de la sociedad de oficiales albañiles de Barcelona y albañiles de Gracia [930].
Esta Unión Local participó activamente en la preparación de las luchas del 1º de mayo de 1906, en el que se pretendía confluir internacionalmente para conseguir la jornada de ocho horas.
En marzo de ese año lanzó una circular convocando a todas las sociedades obreras a una asamblea para discutir los actos a realizar para ese día [931]. Celebrose ésta en Valls los días 15 y 16 de abril, con la asistencia de 50 delegados. Se acordó la participación activa en las luchas convocadas para el 1º de mayo [932].
Su evolución posterior nos es desconocida, hasta que pocos meses después de que la FSORE se diera por disuelta oficialmente, el día 3 de agosto de 1907 - tras algunas reuniones preparatorias - los delegados de las sociedades obreras reunidos en el local de la Dependencia Mercantil constituyeran la Federación Local Solidaridad Obrera [933].
En la constitución de esta nueva Federación participaron socialistas y republicanos, junto a sindicalistas y anarquistas. Como más adelante veremos con más detalle, los sucesos de julio de 1909, conocidos como «La Semana Trágica», hicieron que las posiciones se radicalizaran y los pocos socialistas que quedaron después de estos hechos, abandonaron la experiencia en septiembre de 1910 por la transformación de aquella en Confederación Nacional del Trabajo.
Dos meses y medio después de constituida la Federación - el 19 de octubre - apareció el primer número de su órgano oficial que recibió idéntico nombre: Solidaridad Obrera. Según parece su publicación fue financiada por Francisco Ferrer [934]; encargose de la dirección del periódico Jaime Bisbe, siendo secretario de redacción Miguel V. Moreno y administrador A. Badía Matamala; José Casasola, Colomé, Grau, Enrique Ferrer y Tomás Herreros fueron sus redactores. Anselmo Lorenzo, como director literario, escribía «los trabajos editoriales de orientación revolucionaria. [935]»
Los primeros números del periódico llevaban un artístico grabado alegórico, inteligentemente diseñado. El del número inicial - el más conocido - representa a un obrero dormido bajo los efectos de una pipa de opio. En sus sueños se dibujan dos escenas: una opulenta matrona tocada con un gorro frigio distribuyendo a manos llenas el dinero que se escapa de un cuerno de la abundancia y otra con la barretina y enarbolando la senyera en la que se lee: «Autonomía de Catalunya», alrededor de esta última se ve a un grupo típico que baila la sardana. Fuera del sueño, una tercera figura femenina - Solidaridad Obrera - intenta despertar al proletario inconsciente y atraerlo a sus filas [936].
Eran escasas las fuerzas con las que contaba la Federación Local en el momento de su constitución, pero estas fueron en aumento a lo largo de aquel año. Precisamente la extensión de la propaganda será una de las tareas esenciales del semanario, así como la expansión de la organización y como fundamento esencial demostrar la necesidad de la asociación.
En el artículo «A todos» [937], firmado por El Consejo, se presentaba un balance muy optimista de lo actuado hasta entonces, apuntando que para hacer del periódico lo que se propusieron en un principio debían suspenderlo por dos o tres semanas [938].
Su reaparición - en forma de extraordinario - coincidió con un acto público en Barcelona; incluía un magnífico grabado y texto escogido. En el editorial, «Otra vez a la lucha» [939], se afirmaba: «Solidaridad Obrera reaparece, cuando se acomete una empresa grande se necesitan descansos periódicos. [940]»
Otra de las tareas fundamentales del semanario consistió en promover una «campaña contra el proyecto de ley llamado de represión del terrorismo. [941]»
En el primer congreso obrero regional celebrado en Barcelona los días 6 al 8 de septiembre de 1908, en el nuevo local de la organización, calle Nueva de San Francisco, 7 [942], la Federación Local se transformó en Confederación Regional de Sociedades de Resistencia Solidaridad Obrera. El periódico publicó las actas [943] y más tarde los estatutos [944]. En este congreso estuvieron representadas alrededor de 109 agrupaciones por 142 delegados [945].
Como vemos la organización se hacía extensiva a Cataluña y su ejemplo comenzaba a cundir en toda España. El órgano obrero está repleto de noticias con la constitución de sociedades Solidaridad Obrera por todo el país, sobre todo en la región valenciana y en Asturias [946].
Pero a pesar de todos los esfuerzos, el periódico languidecía por falta de recursos y apoyo. No tenemos datos precisos sobre su tirada y distribución, aunque se puede apuntar que sería bastante corta y se distribuiría principalmente en la capital y pueblos de alrededor. A propósito de su precariedad, José Blasi, delegado de los curtidores, apuntaba alguna iniciativa para ayudarlo [947]. Después de reconocer que el periódico no tenía vida y que la culpa era de los trabajadores, argüía que si éstos exigieran que en la taberna donde van a beber compraran Solidaridad Obrera la cosa mejoraría.
Con todos los problemas, derivados principalmente de la falta de medios económicos, el periódico siguió publicándose hasta que fue radicalmente suprimido a consecuencia de los sucesos de julio de 1909 [948].
Ante la imposibilidad de seguir la publicación en Barcelona, los obreros asturianos decidieron continuarla. El 13 de noviembre de ese mismo año salió en Gijón el primer número del semanario, que se extendió hasta el 24 de diciembre de 1910, en su número 32, en que dejó de existir [949].
En el editorial del número que iniciaba la serie decían:
«Solidaridad Obrera he aquí un bello nombre. El es, la expresión clara y terminante de un grandioso poder, de los mayores y más positivos resultados (…) [que] puede obtener (…) la clase obrera organizada y consciente…
[Sale a la luz] para continuar propagando la obra iniciada por su colega barcelonés, de igual título, suspendido en su labor por sucesos que guardará memoria eterna el proletariado consciente del mundo.»
Se declaraba heredero de la I Internacional y hacía profesión de fe sindicalista revolucionaria «libres por entero de la perniciosa influencia del parlamentarismo enervante… [950]»
Era director Emilio Rendueles [951] y la redacción se instaló en la sede de la Federación de Sociedades Obreras de la que era órgano.
Si bien por una parte, la publicación de Solidaridad Obrera en Gijón cubrió los objetivos de propaganda y contribuyó a aumentar los efectivos de la asociación obrera, por otra, tuvo que enfrentarse a crecientes dificultades. Las agresiones de los patronos se hicieron cada vez más numerosas; veían un gran peligro para sus intereses en la continuación de su labor.
Las luchas se radicalizaron, como por ejemplo la huelga de los metalúrgicos y pronto se llegó al enfrentamiento directo, menudeando los atentados personales a patronos, como el llevado a cabo por Marcelino Suárez [952], o el atentado que le costó la vida al patrono en madera Celestino Lantero por el que fueron encarcelados Antonio Vega y el director del semanario Emilio Rendueles [953].
Cuando en febrero de 1910 apareció de nuevo Solidaridad Obrera en Barcelona, los de Gijón apuntaron la idea de cambiar de nombre a su periódico [954], pero la iniciativa quedó sin efecto.
En esta publicación fue incluida la serie de artículos de José Prat sobre Sindicalismo [955] que ya habían sido publicados en su homónimo de Barcelona. Y a partir del número 13 (2 abr. 1910), en forma de folletín encuadernable, el «reglamento de la Federación gijonesa de sociedades de resistencia titulada Solidaridad Obrera.»
Entretanto había comenzado en Barcelona una segunda época. El 12 de febrero de 1910 apareció su primer número con estas significativas palabras:
«Al estruendo de los truenos, al fragor de los relámpagos, a los destrozos del rayo, a los estragos del huracán ha sucedido la relativa calma…
[el periódico] se dedicará preferentemente a consolidar la organización de la solidaridad (…) y a luchar por el objetivo principal del sindicalismo moderno.»
Su director en esta etapa fue Andrés Cuadros y el gerente o administrador Ángel Álvarez, los cuales, junto a un nutrido grupo de colaboradores, llevaron a cabo una intensa labor de propaganda, preparando e impulsando el segundo congreso de la Confederación Regional. Por la fuerza de los hechos y la presión de las sociedades del resto del país, convirtiose en el congreso constituyente de la Confederación Nacional del Trabajo [956]. Aunque debía haberse celebrado un año antes, los sucesos de julio de 1909 justificaron el retraso, verificándose los días 30 y 31 de octubre y 1º de noviembre de 1910 [957].
La consecuencia inmediata y una de las más importantes, fue la rápida separación de los socialistas del organismo recién creado. Un mes después de concluido el congreso apareció en el órgano de las sociedades obreras un artículo [958].
La tarea inmediata era, por supuesto, hacer realidad lo de nacional y extender la organización a todo el país. En Vigo, donde ya funcionaba desde hacía algún tiempo una federación local Solidaridad Obrera, comenzó a editarse un periódico de igual título [960] casi al mismo tiempo que se extinguía su homónimo de Gijón.
La necesidad de un primer congreso de la recién nacida organización, para definir sus planteamientos y formas de organización y funcionamiento internos, se hizo evidente. De esta forma reuniose en los días 8, 9 y 10 de septiembre de 1911 - en el Palacio de Bellas Artes de Barcelona - el primer congreso de la CNT [961].
De entre todos los acuerdos que se tomaron nos interesa destacar el que hace referencia a la propaganda y que contemplaba por primera vez la posibilidad de editar un órgano diario de la Confederación. Después de ser aprobada esta propuesta se iniciaron los trámites para su concreción. La represión que siguió a la huelga general, impidió que la iniciativa fuera llevada a feliz término.
Inmediatamente después de finalizado el Congreso se celebró una reunión secreta de los delegados al mismo y se acordó la huelga general en solidaridad con los obreros de Bilbao y como protesta por la guerra de Marruecos [962].
Las consecuencias para la joven organización fueron funestas. Los sindicatos fueron clausurados y el periódico suspendido [963] por orden directa del gobernador civil de Barcelona Manuel Portela.
Díaz del Moral afirma:
«El naciente sindicalismo se hundió, su prensa desapareció por completo. La anarquista que continuaba, aunque con desmayo, su habitual labor de propaganda, acogía en sus columnas los trabajos sindicalistas y Anselmo Lorenzo insistía, incansable, en la difusión del nuevo credo… [964]»
Efectivamente, con la huelga general de 1911 se cierra un capítulo importante en la historia de la naciente CNT. La intensidad de su corta experiencia no tardaría en dar resultados, aunque habrá que esperar más de un año y medio para que vuelva a dar señales de vida.